Capítulo 11: Reencuentros y perdidas

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—Tienes ese rostro miserable nuevamente. —Comentó una voz ruda.

—¡Hermano Minjue, no sea tan cruel con el hermano Xichen!

LanXichen alzó su mirada hacia sus dos hermanos jurados. Parecía una intervención grupal. Quizás lo era de forma muy disimulada, aparentando ser una simple reunión.

Sonrió suavemente, aunque Minjue era duro en sus palabras, sabía que solo eran producto de su preocupación. Desde antes de ser hermanos jurados, ambos se cuidaban mutuamente. Y a ellos se había sumado Meng Yao. Por fin había logrado que Minjue aceptase reunirse con ellos nuevamente. Por algún motivo desconocido para él, existía una tensión extraña entre sus dos amigos. No le habían explicado que había sucedido para que se enojasen el uno con el otro, pero parecía que al fin Minjue comenzaba a aceptarlo.

Ambos amigos sabían que aquella sonrisa tirante demostraba el cansancio del alma y corazón del líder Lan. En medio de aquel silencio, Meng Yao apoyó una mano en el hombro de cada uno y sonrío dulcemente.

—Iré a prepararte algo especial, hermano.

El más joven se marchó con ese caminar grácil, queriendo darles espacio a los otros dos amigos puesto que ellos se conocían aún mejor. Quizás solo era una excusa para que el Nie pudiera hablar con el líder Lan

—¿Qué paso entre ustedes? —Preguntó Xichen a Minjue.

—Nada que no pueda solucionarlo. —Respondió tajante el de la secta Nie.

—No seas tan duro con él. Me contó que le fastidias por sus comportamientos. Debes ser paciente, se esfuerza para poder encajar en su nuevo papel. —Murmuró el Lan.

Su amigo torció su gesto.

—Pero no nació para serlo. Aun me pregunto en que pensaba su padre al reconocerlo.

—Minjue ¿Qué clase de resentimiento le tienes?

Simplemente el aludido negó su cabeza. De repente una urgencia en sus ojos se instaló. La mente de Minjue era compleja. Podía parecer solo dado a la actividad física, pero Xichen sabía que su amigo podía ser muy analítico, aunque también, en otros momentos, podía dejarse llevar por sus emociones.

—Solo ten cuidado de él. A pesar de ser un beta, su presencia me causa escalofríos.

Xichen había sospechado que algo diferente sucedía entre ellos. Tomó ese comentario como una confusión de su amigo con respecto a sus sentimientos. Simplemente asintió para no preocuparlo.

—A pesar de todo, le concedo algo...—Comentó Minjue.

—¿Y qué es?

—Que deberías de dejar de humillarte.

La sonrisa en el rostro del otro se borró. Estaba seguro de a donde le llevaban esas palabras. Sospechó que esa era la razón de que Minjue haya aceptado reunirse después de tanto. Suspiró, no quería ser descortés con su mejor amigo.

—¿Cómo lo sabes? ¿Te lo comentó Meng Yao?

—No hace falta. Te conozco desde hace muchos años. —Le señaló hasta que su rostro se torció de enojo. — Así que por él no aceptaste el compromiso con mi hermanito.

—Minjue...

—Bien, es tu problema. Pero si no deseas tomar a Huaisang como tu esposo, puedes encontrar a otros omegas de su mismo nivel, incluso dentro de tu misma secta. No entiendo por qué debes de humillarte constantemente. No importa de qué secta seas, si continuas así los omegas no te tomarán en serio e incluso tus propios subordinados comenzarán a burlarse de ti.

El maestro del Muelle de Loto (Hiatus Indefinido) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora