Parte 9 maraton 2/2

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—Por favor—pidió.

Lo mire seria y negué.

—Pídeselo a cualquiera de las animadoras—le aconseje.

Bufó.

—¡No! —exclamo chasqueando la lengua, irritado—Mi tía quiere una novia que se crea el centro de atención.

Rodee los ojos.

—Yo me creo el centro de atención—mentí.

Hizo una escena pateando las cosas del centro comercial.

—¡Mierda! ¿Estás estúpido? —dije cogiéndolo de los hombros.

Desde que me había dicho fea, bueno, luego se disculpó y yo sólo me resentí pero ya está, y ahora pasa diciendo que soy hermosa.

—Por favor—dijo con cara de niño.

Río. <<Eso no funciona conmigo>>

—No, no me haré pasar por tu novia sólo porque tu tía viene de Malibú—negué con la cabeza para enfatizar mi respuesta.

Arrugo su rostro.

—Bien—dijo enfadado y añade: —Bien—y pidió de nuevo: —Por favor.

—Bien—casi grite irritada.

Abrió la boca y luego salto a abrazarme.

—Con una condición—dije poniendo mi dedo índice en su cara.

Asintió efusivamente.

—Vamos a llevar a Finnicky—.

Ríe.

—¡No! ¿Tanto quieres estar con él? —pregunta.

Le doy una patada.

—Hipócrita. Te llevas bien con él—declaró.

Gruñe.

—Sí, lo sé y lo quiero—vio mi mirada pícara y añadió: —Cómo amigo, dios santo, ____, ¿Cuándo dejaras de molestar con que somos novios a escondidas?

Reí a carcajadas.

—Me gusta—dije sonriendo.

—Jódete—me dijo haciendo una mueca.

—Jódete tú—le doy con mi mano en su cuello.

—Ya estoy jodido—me dijo.

—Yo más—dije.

—Pues yo más jodido porque el viernes tengo un partido—dijo orgulloso.

—Yo más jodida porque sé que van a perder—.

—¿Y qué te importa a ti? El fútbol—dijo refiriéndose a eso y añade: —Jamás te he visto en un partido.

Negué con la cabeza.

—Jamás he ido a uno—confieso.

—¿En serio? —asiento con la cabeza: —Pues vas el viernes.

Beso su mejilla y seguimos caminando mientras conversamos.

—¿Y si pierden? Digo, ¿Qué hacen? —pregunto mirándolo.

Gira los ojos.

—No podemos perder—dice arrogante.

Y de repente así, de repente, está en el piso haciendo una mueca siendo el centro de atención.

¡Se cayó!

Empiezo a reírme a carcajadas.

—¡Dios! ¿Eres idiota? —le pregunto.

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