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Estabamos todas sentadas en la mesa del departamento de Esmeralda, haciendo un trabajo para la Facultad.
Mera se paró para volver a cargar el agua del mate y para servir mas galletitas en el plato.

—¿No te da miedo enamorarte?— Pregunta Tina agarrando unas pepitos apenas dejó el plato arriba de la mesa.

—No, no me voy a enamorar. —Dije segura.

—Pero eso no lo sabes. —Retruco Sara.

—Si lo se, porque no me olvido lo malo que fue conmigo, no me olvido de todo lo que me hizo. Es difícil pasar tiempo con él, porque muchas veces siento que me va a hacer algo porque sabe que soy Sirena.

—No creo que sospeche ya. Al principio si, pero hiciste bien toda la historia que inventaste.— Dijo Pía comiendo una galletita.

—Tiene razón, no creo que se de cuenta. Además, ¿qué te va a decir si sabe? Si el tiene ganas de estar con vos, no se va a reir ni nada de esas boludeces que hizo antes. —Mera apareció con solamente el mate en la mano para dejarlo arriba de la mesa.

—Tienen razón, pero el pánico no se me va.— Suspire apoyando mi cabeza en mis manos.

—Tranquila boluda, posta. No se va a dar cuenta ni ahí.—  Negó Sara.

—¿Y si él se enamora? —Siguió con el tema Tina.

—Mala suerte. —Sonreí. —Que se yo, no se. Quiero boludearlo un rato nomas, no creo que se llegue a enamorar de mi.

—Bueno, si, si es un tiempo nomas no creo se llegue a enamorar, capaz que es de esos que se enganchan rápido. —Subió y bajó las cejas Tina.

—Pero si todavía ni se besaron. —Dijo Pía riendo.

—No, chicas, que horror. Pienso en besarlo y me dan ganas de pegarle. —Negué sacudiendo mi cuerpo como si hubiese tenido un escalofrío.

—Que exagerada. Vas a terminar besandolo igual, porque si queres boludearlo algo tiene que pasar, sino, se va a dar cuenta de que te puede tener como amiga nomas y va a dejar de chamuyar. A menos que sea un denso, claro.— Mera se sentó ya con el termo en la mano.

Y es que no lo había pensado mucho que digamos. Había sido mas que nada una decision de bronca e impotencia. Mera tenía toda la razón, en algún momento él me iba a querer besar y yo no puedo estar evitandolo todo el rato, porque se va a cansar y me va a ver como amiga, como Esmeralda dijo o me va a dejar de hablar por completo y mi plan seria un fracaso y una pérdida de tiempo el cual podía haber estado conociendo a alguien que capaz que iba en serio conmigo.
Aunque un poco exageraba, me daba miedo y un poco de asco saber que Valentín me quiere besar, y peor aún cuando me imagino la situación.

Capaz que era hora de deje las cosas así y no le hable más. Más allá de que por momentos me olvido de que con quien hablo es Valentín Oliva y la paso bien, ciertas cosas íntimas me incomodaban bastante al ser consciente de a quien tengo adelante mío. Me daba miedo que me toque, sentía mucha inseguridad cuando, especificamente él, me tocaba la cintura o el brazo. Porque los recuerdos de su novia y él agarrandome un brazo con las dos manos porque con una no podían, me mataban. Aunque el daño físico siempre me lo había echo su novia, él siempre estaba a su lado, y él fue  culpable de mi inestabilidad mental y emocional las primeras veces con las que estuve con hombres. Y pensar que él podía llegar a estar en la posición en la que estuvieron algunos hombres de manera íntima conmigo me mataba del miedo y de la angustia.

Quería contarle todo esto a la psicóloga, pero no podía. Me iba a retar y me iba a decir que en el momento en que la idea se me cruzó por la cabeza, tenía que hablarlo con ella así podía hacerme entrar en razón. Y es que yo lo sabía, sabía que la idea desde un principio era una locura, pero es que, saber que Valentín estaba interesado en mi, hacia que un lado malo en mi que no sabía que existía, aparezca y me den ganas de jugar un poco y aprovecharme de la situación, pero claramente, esa parte no pensaba en todas las inseguridades que esa misma persona había causado en mi.

Aún así, pensando en todo esto, esa pequeña parte pre-consciente de aparato psíquico seguía insistiendo en que siga con lo que estoy haciendo, que siga y no piense en esas cosas. Y quería seguir, quería ver hasta donde podía llegar, hasta donde Valentín daba.
Aunque estaba tentada e intrigada por lo que podía pasar en el futuro si seguía con esto, la mejor opción para mi estabilidad mental era dejar todo de lado y concentrarme en mi y en mi carrera. No había forma de que esto terminase bien si yo no lo hablara con mi psicóloga, y estaba claro que no lo iba a hacer en un futuro próximo.

Miré mi celular, viendo el nombre de Valentín en la barra de notificaciones, saqué los mensajes y seguí prestando atención a lo que mis amigas decían.

revenge ; wos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora