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Con una sonrisa en mi cara y un ramo de flores llegué al edificio en dónde se encuentran la nueva sede de la empresa de Lisa y mi hermano. El ascensor se detuvo en el piso correspondiente, las puertas de éste se abrieron y dejaron a la vista un lugar con varias personas, frente a escritorios trabajando. Wow, jamás pensé que en tan poco tiempo iban a tener tantos trabajadores, por un momento pensé que estaba en el piso equivocado, pero comprobé que no cuando vi el logo de su empresa.

—Hola —se me acercó una chica y me sonrió—. ¿Puedo ayudarlo en algo?

—Sí, estoy buscando a Lisa —asintió.

—Ella en este momento no se encuentra —fruncí el ceño.

—¿Y dónde está?

—No sé quién es usted, así que no puedo darle esa información.

—Soy su amigo, Clint —de inmediato pareció reconocer mi nombre.

—¿Su amigo psicólogo?

—Así es, soy yo —asentí.

—Bueno, si gusta puede esperarla en su oficina.

—Está Bien —me guío hacia la oficina—. ¿Qué hago con las flores? —le pregunté cuando llegamos a la oficina.

—Yo las pondré en agua —se las di y se fue.

Me quedé solo en la oficina, se siente tan bien poder estar otra vez en un espacio dónde ha estado ella. En una pared habían varios retratos así que me acerqué a verlos, eran varias fotos de ella con Lion y dos un poco más grandes que las de Lion dónde salía conmigo. Sonreí al ver que no me ha olvidado.

Seguí paseándome por la oficina, había un ramo de rosas grandes, más grande que el que yo le traje, fruncí el ceño al verlas ahí, todas bonitas y sospechosas. Había una tarjeta entre éstas, la tomé y sabiendo que no debía hacerlo, la leí.

"Rosas hermosas para la mujer más hermosa que he conocido.
—Joan."

¿Quién puta es el tal Joan?

Dejé la tarjeta en su lugar, me giré y quedé frente al escritorio sobre el cuál había una foto, una de Lisa con un tipo que no conocía, que nunca en mi vida había visto.

—Ya están en agua y se ven muy bien —dijo la chica con las flores en un jarrón.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —asintió—. ¿Quién es él? —señalé al tipo de la foto.

—Él es Joan... —apreté los puños. Ya me lo suponía.

Pasé por su lado y salí de la puta oficina echo una furia. Sabía que esto podía pasar, que ella se podía encontrar a alguien más, pero a pesar de eso quise arriesgarme, desgraciadamente no valió la pena.

Aquí Estoy [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora