O 8

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— ¡Kung Fu Panda!

— ¡Harry Potter!

— ¡Kung Fu Panda!

— ¡Harry Potter!

— ¡Kung Fu Panda!

— ¡Harry Potter!

— ¡Harry potter!

— ¡Kung Fu panda!

— ¡Kung Fu Panda entonces! —le quité el control del televisor con una sonrisa victoriosa.

— ¡No se vale! —chilló moderando el tono de su voz y sonando cómo un niño recién nacido que llora y grita luego de que le dan su debida palmada en el trasero— ¡Eso es jugar sucio! ¡Prometiste que veríamos lo que yo quisiera!

— Lo prometí si te aprendidas todos los huesos y te sigues olvidando la parte del tarso. Deja de ser llorón y acepta tu realidad: sigues siendo estúpido. —hablé sin mirarlo pues mantenía mi vista conectada en la pantalla del televisor y en la opción que elegía en este— Si te sigues portando bien y sigues aprendiendo con esmero te prometo que veremos todas las películas de Harry Potter una y otra vez con mucha mucha pizza.

— ¿En serio? —su voz salió con emoción cambiando drásticamente su berrinche, lo miré de reojo y pude ver ese rostro iluminado y sonriente.

— No —respondí soltando una risa malvada y viendo como él caía resignado a mi costado en el sillón— Pero haré lo posible porque se cumpla, tampoco soy un hada madrina que concede deseos, no pidas demasiado.

— ¡Oh, BaeYinnie! —se abrazó a mi extremidad superior— ¡Eres la mejor!

Frotaba su cachete contra mi hombro como lo hubiera hecho un gato que no conoce el significado de espacio personal.

— Quítate de encima. —me sacudi bruscamente— Ya va a empezar.

— ¡Ponle pausa, ponle pausa! —chilló en desesperación y salió corriendo de la sala, subió por las escaleras y se perdió de mi vista.

¿En que momento le di permiso y para ser tan confíansudo?

No tardó mucho, cuando lo vi bajar, lo primero que interceptaron mis ojos, fueron las coloridas cobijas que, hasta donde yo recuerdo, estaban bien guardadas en mi armario, traía también almohadas y mi reserva especial de pasteles que, hasta donde también recuerdo, las tenía bien resguardadas en la cima de mi armario.

— ¿Se puede saber de dónde diablos has sacado todo eso? —pregunté sorprendida y ciertamente algo molesta.

— ¿Pues, de tu habitación? Duh. —respondió obvio haciéndome una mueca.

Tenía dos opciones en aquel instante. Primero, golpearlo y hacer un berrinche como los que solia hacer cada que alguien tomaba mis cosas sin permiso o, segundo, pasarlo por alto y seguir siendo normal.
De hecho, me extrañaba mucho que yo estuviera cuestionandome aquello, por lo general mis puños pensaban antes que mi cabeza.

— Ya puedes quitar la pausa. —me había quedado inmóvil procesando todas mis ideas y fue el mismo molesto individuo que más parecía un duende hurgador de propiedad privada quién me trajo a la realidad atorando un poco de palomitas de maíz en mi boca.
Se burló por mi reacción y cómo casi me atoro con tantas palomitas, me quitó el control del televisor y quitó la pausa dando inicio a la típica introducción de Dreamworks Animation.

Se estiró a su entero gusto en el sillón, me cubrió las piernas con una cobija y colocó una almohada sobre estas para luego él acomodar su cabeza en ella recostado el resto de su cuerpo a lo largo del sillón.

GENIUS ╭ Na Jaemin ╮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora