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Un resplandor en el cielo que se coló a través de la ventana y la cortina blanca de la sala me obligó a abrir los ojos, de seguro no era el primer rayo, pero por algún motivo este me despertó. Lo primero con lo que me encontré fue con los labios de Jaemin a la altura de mis ojos.
Su respiración era calmada y rítmica, su rostro se veía apacible y confiado como si estuviera durmiendo en su propia casa. Pude percatarme que sus labios formaban una pequeña curvatura como una sonrisa.
Nuevamente no me resistí y antes de volver a dejarme llevar por el sueño tan placentero que tenía estando rodeada de sus brazos, plante un beso delicado sobre esos dulces y bellos labios que ya me habían atrapado.

(...)

Un carraspeo de garganta me hizo dar un abrupto giro, caí como una pesada carga al suelo y sin importarme el dolor me levanté rápidamente del suelo y me pare como un soldado.

— ¡Buenos días papá! —hable muy fuerte en una manera de disimular mi nerviosismo— ¡Volviste temprano a casa!

Escuché una risa, pero evite ver directamente a su rostro porque de seguro mi cara ardía de la vergüenza.

— Yiyi, habla más despacio, vas a despertar al pobre Jaemin.— escuché su risa susurrante y no me moví hasta que él se había ido por completo escaleras arriba.

¿Que carajo fue eso? ¿Por qué papá no me reprendia por algo que claramente estaba haciendo mal? Digo, me encontro abrazada a un chico en el sillón de su casa, estaba profanando su hogar. Aunque aquel chico era Jaemin y por alguna razón papá no lo miraba con recelo o incomodidad, de igual forma me sentía avergonzada de que nos hubiera encontrado en aquella situación, ¿Tal vez estaba soñando?

Entonces miré a mi alrededor y vi que Jaemin estaba lejos de donde estaba yo echada segundos antes.

— ¿Qué haces ahí? —pregunté con confusión al notar que solo se hacía el dormido y se aguantaba una risa.

— Me estabas besando mucho y me empezaba a sentir ultrajado. — respondió con los ojos cerrados aún y cubriendo con la cobija sus labios.

Sin pensarlo tome una almohada del sillón y empecé a golpearlo con furia.

— ¡Eres un idiota Na Jaemin!

(...)

Los día siguientes transitaron de una manera muy extraña.

Me avergonzaba admitirlo pero seguiamos con un atrevido coqueteo y uno que otro beso que él me robaba cuando estaba distraída o cuando empezaba a enojarme por alguna tontería que hacía o decía.

Creo que en esos días descubri que era una coqueta en potencia cuando realmente me sentía atraída por alguien. El descubrir ello me arrollo a una gran confusión y lucha interior, me reprendia internamente cuando me descubría insinuando algo o buscando empujarlo a alguna situación tensa; una parte mía sentía como si todo el tiempo hubiera sido esa mujer coqueta y solo me engañaba a mi misma diciendo que era una renegona y dura de carácter, y otra parte mía disfrutaba mucho ver su rostro de confusión y nerviosismo cuando hacía tales cosas, quería seguir haciéndolo.

Descubrí también que estaba enferma.
Por alguna razón cuando lo veía me sentia indescriptiblemente feliz, tenerlo cerca me causaba confianza, su ausencia me generaba una gran añoranza y había adoptado la costumbre de crear cientos de escenarios imaginarios con él antes de irme a dormir. Sonreía como una tonta.
No, no estaba enferma, estaba loca.

Nunca antes algo me había hecho sentir tantas cosas, no me gustaba sentirme tan abrumada por tantas sensaciones pero también disfrutaba como se sentía cada cosa. ¿Eso era estar enamorada?

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⏰ Última actualización: May 07 ⏰

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