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— ¿Te parece que está bien ser tan poco culto? —totalmente indignada pregunté cuando el chico a mi lado no supo responderme una respuesta que acababa de leerle— O sea...Na Jaemin, un día de estos voy a golpearte.

Soltó una risa divertida y sacudió sus hombros en un adorable gesto de niño pequeño.

No sabía si pellizcarle la cara o golpear esta misma.
Él se distraía tan rápido y olvidaba a los cinco segundos todo lo que le había enseñado, a parte que siempre tomaba mis amenazas como una simple broma o juego; era como un bebé encerrado en el cuerpo de un adolescente.

Llevábamos algo de tres horas repasando fechas y acontecimientos históricos, sentía que mi mente estaba tanto en esas fechas que hasta olvidé que era la hora del almuerzo estaba cerca.

Los cuatro días anteriores Jaemin se había marchado a su casa antes del medio día, pero ahora concluyo en que el estudio debe seguir más horas después.

— Jae...

— Dime Nana. —interrumpió, como lo solia hacer siempre que yo estaba a punto de llamarlo por su nombre.

— Te vas a quedar a almorzar aquí estúpido inútil Nana. —pronuncié rápidamente las ultimas tres palabras y le force una sonrisa— Cinco horas se han vuelto una miseria, necesitamos más tiempo.

— Estoy de acuerdo con eso. —junto sus labios y extendió estos en una sonrisa, guiño un ojo y apoyó su cabeza de costado en su mano sobre el escritorio.

Ya habían pasado cuatro días teniendo que verle la cara, así que poco a poco empezaba a acostumbrarme a sus muecas extrañas, pucheros y guiños, así que esta vez no iba a ser como esas niñas que se sonrojan o intimidan ante tales actos, si bien no estaba acostumbrada a tratar con chicos, Jaemin no era un tipo incómodo de tratar, solo era alguien muy infantil.

— Necesitas comer frutos secos para mejorar tu memoria. —me levanté de mi asiento y antes de que el pudiera pararse del suyo tomé el cuello de su camiseta por su nuca y de esa forma lo levanté— Tienes la memoria de un abuelo senil.

— Tu comentario me ofende. —me giré sobre mis talones y empecé a salir del pequeño estudio.

— A mi no me ofende la sinceridad. —seguí mi camino hasta el pequeño comedor de la casa con Jaemin atrás mío.

No le presté atención, me adentre a la cocina y empecé a poner al microondas la comida. Papá no vendría a almorzar y quizas ni a cenar, así que había comida para una boca más.

— ¡Jae...! —grité y oí el eco que se hizo en el lugar. No había ningún ruido a parte del que yo provocaba con mis pisadas.

Dejé de lado los platos en los que iba a servir la comida y salí de la cocina.

¿Dónde se había metido ahora?

— Idiota Jaemin. —susurre mientras dejaba los platos de comida sobre la barra de la mesa y me encaminaba a buscarlo.

Solo lo he dejado cinco minutos sin supervision y ya se ha perdido y en mi casa, lugar en el que hay muy pocos huecos en los cuales meterse o investigar. Pero como este es un revolcando o desordenando algo por ahí juro que lo mataré, lo descuartizare y lo tirare al río.

— ¿Ella es tu mamá? —avanzaba por el pasillo del segundo piso directamente a la última habitación de la casa, lugar en el que papá guardaba cosas que donaría o botaria, cuando de pronto apareció su voz haciéndome frenar, giré mi cabeza a mis espaldas y pude verlo recostado en el marco de la puerta, puerta perteneciente a mi habitación.

— ¿Quién te dio permiso de entrar en mi habitación? —regrese los pasos avanzados y cuando estuve frente a él arrebate de sus manos la pequeña foto que sostenía.

GENIUS ╭ Na Jaemin ╮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora