[ En el bosque más cercano a la capital de Dinamarca ]
—Bueno, ¿algún plan para esta cálida noche?—preguntó aquel gigante con cara barbuda y con el entrecejo marcado aunque no estuviese de mal humor. Un rasgo muy común y hereditario entre los de esta raza.
La mujer de aspecto huraño, que se encontraba sentada tras una especie de escritorio con miles de cajones, papeles y artilugios antiguos, clasificados en cajas dependiendo de su antigüedad, sonrió y suspiró por lo bajo.
—Miré las cámaras del Distrito Suroeste, y había varios chavales con una hoguera y sin protección alguna, bebiendo —explicó, sumida en su análisis de lo que parecía ser una pieza de metal, con una forma extraña, y antigua.
—¿Llamo a la demás caballería? ¿O crees que yendo yo solo les asustaré lo suficiente?—preguntó John, mientras se apoyaba en uno de los laterales del escritorio de la mujer y cogía en una de sus manos lo que parecía ser un reloj de arena, lleno de polvo, tanto por fuera como por dentro. Al momento, sintió un fuerte golpe contra dicha mano y como el objeto había sido arrebatado de esta.
—¿Qué te he dicho sobre tocar mis cosas, eh, tonto?—la señora lo miró con el ceño fruncido más marcado bajo las gafas blancas, redondas y aparentemente sucias, haciendo que sus pupilas pasasen de ser marrones con algo de verde, a ser de un tonto amarillento dorado. A la vez, tensó su rostro, levantando ligeramente el labio superior y dejando ver sus colmillos y parte de su perfecta dentadura para ser una cambia-formas.
Al ver dicha reacción, John no dudó en bajar la cabeza y llevar sus orejas ligeramente hacia abajo, subiendo algo los hombros en un intento de protegerse de a mirada furiosa de su progenitora y, si se llega a dar el caso, de algún golpe que le pueda propiciar por su mal comportamiento.
—Y si, vete a llamar a Sandra y a Fran, ellos te acompañarán —al decir eso, relajó completamente su rostro y volvió a lo suyo, dejando que el presente saliese de la habitación en dirección a las habitaciones respectivas de sus hermanos.
Al salir del despacho de la cabeza del clan, dejó salir el aire que no sabía que estaba conteniendo, sintiéndose algo más ligero a cada paso que daba mientras cruzaba toda la cabaña.
Subió las escaleras de dos en dos, como de costumbre, y picó la primera puerta del pasillo de las habitaciones. Un «pasa» resonó, y él abrió lentamente la puerta, encontrándose con su hermano Fran sentado en su escritorio a la vez que escribía algo. Había libros abiertos por todos los lados, por lo que el más mayor supuso que debía estar estudiando para la universidad.
—Enano, hay trabajo. La nana me dijo que te avisase a ti y a Sandra —explicó al sentir la mirada de reojo del que estaba sentado, apoyando así su cuerpo en el marco de la puerta.
—Mira que no tiene personas a su cuidado para elegir, que me va a decir a mi. Joder —maldijo en voz alta a la vez que se levantaba de mal humor y se dirigía a su armario, seguramente para quitarse el pijama pulgoso y con bolas que siempre, desde que dejó de crecer físicamente, tuvo.
Bajo la atenta —pero, interiormente, una de admiración— mirada de John, sacó un pantalón de chándal gris roñoso, una camiseta básica negra y una sudadera de cremallera, y se cambió sin ningún pudor.
—Avisas tu a Sandra, eh, que fijo que me acaba tirando un zapato de tacón como la otra vez —dijo al pasar por su lado Fran, abrochándose la sudadera y metiendo las manos en ambos bolsillos, bajando por las escaleras.
—Pero si lo esquivaste, ni te rozó.
—Ya, ¿pero quién pagó el estropicio y el agujero de la pared?—escuchó decir al chico ya en la planta de abajo, casi a lo lejos.
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ℂriaturas ℕocturnas ☾
Fantastik«En un mundo lleno de sangre, dolor y perdición, una dura guerra entre los clanes está por comenzar: por un solo malentendido, el mundo de las sub-criaturas se verá enloquecido, comenzando una guerra en donde solo la raza más fuerte será la que domi...