Capitulo 10 - Cimientos de Fraternidad

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Cimientos de Fraternidad

"La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría de un millón de meteorologistas" ―Sir Francis Bacon



¡Knock! ¡Knock! ¡Knock! ¡Knock!

Los golpeteos de Jared tocando del otro lado de la puerta retumbaron en los oídos de Genevieve que apenas si pudo abrir los ojos al escuchar el estruendo, absorbió un hilo de saliva que colgaba de su boca hasta su almohada y se giró hacia el otro lado de la cama soltando un gemido de tristeza, no quería levantarse y menos cuando solo había dormido cinco horas. 

«¡Ya son las siete de la mañana!» exclamó Jared del otro lado de la puerta cansado de llamarla sin respuesta «¡Es hora de levantarte!» y sin decir más siguió a grandes zancadas por el pasillo en dirección al piso inferior murmurando entre dientes: «Si sigo con esto me convertiré en padre después de viejo»  

Genevieve se sentó con pereza en la cama y los músculos de sus brazos se encogieron del dolor, había dedicado cada célula de su cuerpo en estudiar y practicar lo que le indicaban. Por las noches bajaba al estudio y se encerraba en una cabina insonorizada a seguir tocando el bajo hasta que sus brazos no le dieran mas, sucumbiendo al fin por el cansancio; así cuando Jared pasaba por su puerta y la tocaba con estrepito se levantaba con la gracia de un zombi.

Esa mañana no fue diferente a los quince días anteriores, se hizo un moño desordenado en el pelo dejando varios mechones sueltos y bajó al baño arrastrando los pies; cuando entró a la cocina minutos después pudo ver como Jared se movía de un lado al otro preparando el desayuno, ocupó un asiento en los taburetes que bordeaban el mesón de metal y apoyó el brazo de este sin ánimos.

― Buenos días ―saludó el vocalista con cordialidad al mismo tiempo que le colocaba un plato con tres pancakes vegetarianas en forma de torre al frente, Genevieve suspiró, no sabía si podía seguir comiendo eso medio mes más, ni siquiera un día.  

«¿Es que en este país no venden cereal, pan o cualquier otra cosa además de ingredientes para pancakes?» se preguntó mientras pinchaba con desgano la tortilla irregular con los dientes del tenedor.

― ¿No tienes hambre? ―inquirió Jared ocupando el taburete continuo y disponiéndose a comer, ella al observarlo de reojo notó como este ya se encontraba vestido y perfumado para salir.

― No, solo estoy aun con sueño; es todo. ―se enderezó metiéndose un pedazo de comida en la boca que posteriormente se le atragantó en la tráquea.  Tosió un par de veces y bebió un poco de jugo mientras le daban fuertes palmadas que casi le sacan un pulmón― Ya estoy bien ―jadeó para que el otro detuviera su no muy buen rescate. «Como salvavidas se muere de hambre», pensó recobrando el aliento.

― Cielo santo, eres un peligro para ti misma ―aseguró Jared retrocediendo su brazo. En lo que iba de semana siempre le pasaba algo, o se caía por las escaleras, o se tropezaba con los objetos del estudio; incluso le habían caído los tambores y platillos de la batería el otro día; por suerte Shannon no estaba allí o le hubiese dado un ataque al notar como desarmaban su precioso instrumento. 

― No es cierto ―replicó haciendo un mohín― Es que aun no me acostumbro a tanto espacio, o mejor dicho, a tanto desorden. ―afirmó para no llevarlas de perder.

Jared resopló.

― Por favor, no hay que tener mucho espacio para notar que tienes la gracia de un lémur ―le sonrió este con malicia― Quizás me equivoqué, cuando llegue Tomo le digo que te de clases de pasarela. ―puntualizó tomando un poco de jugo de su vaso con un ademán de fingida elegancia.

Club Wonderland - 30 Seconds to MarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora