#12. La Vida

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Un año después...

Ese día era uno de los que le tocaba llegar a casa, sus llegadas ahora eran llenas de risa, el pequeño niño de año y seis meses lo recibía brincando, riendo, aplaudiendo y siempre le sacaba una sonrisa.

Había aprendido amar al pequeño Jungmin, hacer un buen padre.

Estacionó el auto en su lugar y se dirigió a su hogar, bueno, entre comillas pues al no haber amor completo, no se podría llamar hogar.

Abrió la puerta y el ruido de risas lo recibió.

– ¡Papá! – el pequeño pelinegro salió corriendo del comedor para encontrar a su padre.

– ¡Campeón! – lo levantó del suelo, sosteniéndolo en brazos – ¿Cómo te portastes hoy?...

– Muy men appa, mi api me compló  galletas y me la comí tolas...– en efecto, el pequeño ya hablaba, a pesar de ser tan joven era muy inteligente.

Problemas fueron cuando empezó a caminar y hablar, todo un periquito, habla y habla, corría por aquí, por aya, donde fuera iba corriendo.

– ¿Me das de comel papito? – cuestionó ladeando la cabeza.

– Por supuesto que sí – lo bajó y miró al ahora rubio – sirve la cena...– sin más subió escaleras arriba.

Jimin prefería mejor que no llegara a casa, así no escuchaba los insultos a su persona. Obedeció, apresurándose a poner la mesa, no era un gran cocinero pero su madre le había enseñado lo básico.

Jeon se dejo ver en el umbral de la puerta con su hijo en brazos, tomó su lugar en la mesa junto a su hijo.

Jimin colocó el plato frente de Jungkook y de su hijo, el pelinegro al instante empujó ligeramente el plato y se dedicó a darle de comer al pequeño.

Jimin se dio golpes mentales por haber preparado Samgyetang, se olvido por completo que a su marido no le gustaba.

– ¡Telmine! – el pequeño levantó los brazos – ¡Postle!

– ya comiste demasiado el día de hoy pequeño Jungminnie – dijo Jimin sonriendo a su hijo.

– Appa, dile que yo quelo postle – hizo puchero dispuesto a llorar.

– No tu Appi tiene razón, es noche, vamos a lavar los dientes y después a dormir –

– ¿Me chigues cotando el cuento del  pisipe y apebello? –

– Sí, vamos a la cama...– lo sostuvo en brazos y se lo llevó.

Jimin suspiró cansado, enterró sus dedos en su cabello, toda su vida deseó trabajar en la empresa de su padre, casarse con Jungkook pero que el lo quisiera.
En sus sueños siempre fue amado por el pelinegro, formó en su cabeza un cuento de hadas, lo que realmente no tenía.

Se levantó de su asiento con gran pesadez, recogió la mesa, lavó y secó los utensilios usados.

De un momento a otro comenzó a llorar, ser madre y ama de casa al mismo tiempo, era muy desgastante y el saber que no tenia el apoyo de Jungkook lo ponía mal.

Este último lo miraba  recargado en el marco de la puerta, no iba anegar que ya se había acostumbrado a la presencia del rubio y por una extraña razón le dio miedo que él tuviera la culpa de su llanto en esos momentos.

– ¿Puedo saber por qué lloras? – el de ojos grises dio un Respingo al escuchar su voz.

– N-No estoy llorando... – limpió de inmediato sus lágrimas.

– Las personas no lloran por nada –

– Yo sí... – es su mente pensó, –lloro por ti, porque tú no eres nada 

– De cualquier forma no me importa, me voy a dormir – abandonó el lugar, suspirando Jimin se sentó de nuevo en su lugar.

¿De verdad valía la pena todo lo que aguantaba? No estaba seguro realmente de eso, pero su corazón idiota, aun amaba a Jungkook, el amor de su vida.

Lo único que lo ayudaba a seguir en píe, era su pequeño Jungmin, Jeon Jungmin.
No podía dejar de amar a Jungkook, tan sólo en el hecho de verlo jugar, reír, batallar con su hijo, le daba esperanzas de algún  día poder conocer a ese hombre bueno, noble y maravilloso, que no quería dejar salir.

Después de un tiempo subió las gradas y fue a la recamara de su pequeño, acarició esa hebras negras, dormía como un ángel, sonrió al ver a su bebé abrazar al pequeño conejo de peluche.
Sus ojos azules del niño lo hacían parecerse y ser el vivo retrato de Jeon, de él sólo tenia los labiecitos, las pestañas y las mejillas.

Dejó la recamara después de dar un beso suave en una de las regordetas mejillas.

Entró a la suya encontrando a Jeon completamente dormido, entró al baño para ducharse y poder dormir.

El agua calientes se llevó cada lágrima, cada pensamiento, cada preocupación, sólo dejó a un bello joven con sueños y esperanzas.

Secó su cuerpo con delicadeza, se puso la bata de baño, cepillo los dientes y salió del baño.

Jungkook escuchó cada suspiro, cada hipido que se distorsionaba con el agua al golpear contra el suelo de la ducha.

Al ver salir al rubio del baño  entre cerró los ojos, viendo cada movimiento, al observar caer por completo la bata de baño, abrió los ojos tan grande y tapó su boca, sintió que en algún momento gritaría.

No podía despegar la mirada de ese bien formado y rendondito trasero, esa piel cremosa a simple vista. Jimin al sentir una fuerte mirada volteó, al instante Jungkook cerró los ojos, no podía creer que su amigo, ya era un gran amigo bajo las sábanas.

Minutos pasaron y Jimin entro en la cama, admirando por unos momentos a su esposo.

– ¿Algún día me amarás?...












Holap!.

¿Como están?, yo estoy bien, con muchos ánimos de crear otra historia y porque se que ya está cada vez mas cerca...
El castigo de Jeon no será ahora, pero en el futuro si, y se arrepentirá de todo, quiero saber sus teorías 😏😏.

Y además a que no adivinan que pasara en el próximo cap.

Saben pienso escribir otra historia pero no se si terminar esta primero o comenzar ya, ¿ustedes que dicen?

Agradezco sus comentarios, los aprecio tanto y cada uno lo leo con dedicación y trato de responderle a todas, aunque pocas, pero así las amo.😘😘😍😍.

Próximamente...

💬⭐

𝒟𝑜𝓃'𝓉 𝐿𝑒𝒶𝓋𝑒 𝑀𝑒 {kookmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora