Lo que no me mató, me hizo más fuerte.

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Nota. En esta parte de la historia, Crasht será quién hable.

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Sentía un verdadero miedo, una desesperación tan grande por alejarme lo más antes posible de ese lugar.

Conocía a mi primo, desde cachorra, y sabía perfectamente que él no venía detrás de mí.
No lo escuchaba, ni su respiración ni sus pisadas, pero aún así estaba nerviosa de que me estuviese siguiendo.

Los lobos no tenemos la capacidad de llorar en nuestra forma feral, pero yo sentía mis ojos húmedos y el pelaje de mis mejillas un poco mojado.
Cesaba cansada, gimoteaba de dolor. Mi pecho... Mis patas... Mis orejas... Dolía, dolía de verdad.
Mis heridas sanaron pronto pero realmente el dolor nunca se fué. Ahí seguía.
Pero no entendía qué era lo que me dolía más, si mi cuerpo, mi corazón o mi orgullo.

Todo se me fue arrebatado en menos de lo que duraba un aullido. ¿Y todo por qué? Por intentar copular con aquella chica que era casi como mi propia hermana.
De verdad que soy una estúpida, mis instintos son estúpidos.

Realmente iba sin rumbo, no sabía hacia adónde me dirigía pero el bosque se empezaba a hacer más frío y húmedo, árboles y arbustos me hacían disminuir mi paso y mis patas ya casi se iban dando por vencidas. Hasta que ya no pude más y mis cuatro patas cedieron, caí sobre el césped mojado.
Estaba muy cansada y adolorida, jadeaba por falta de aire, incluso mi visión era borrosa y ser tuerta lo empeoraba más.

Mi fatiga me estaba haciendo perder el conocimiento, mi respiración se iba calmando pero mi ojo de iba cerrando. Sentí demasiado sueño, así que por un momento me dejé llevar y me fuí quedando dormida.
Aún era cerca de medio día pero mi sueño era aún mayor.

Dormí, dormí con la esperanza de que al despertar estaría recostada en mi casa, con mi almuerzo sobre mi mesa y a Kathy tratando mis heridas mientras Saya leía su libro de hechizos.

Pero... No, no fué así.

≥ 3 horas más tarde ≤

Desperté, totalmente mojada, sobre el pasto, con aroma a tierra mojada invadiendo mi nariz. Mi cansancio no me dejó despertar para percatarme de que había estado lloviendo.
Todo mi cuerpo escurría agua de lluvia y comenzaba a sentir un poco de frío.

Despacio me puse de pie, durante unos segundos me quedé quieta para después sacudir toda esa humedad de mi pelaje. Quedé un poco esponjada pero no me importó.

Traté de olfatear un poco el área pero sólo llegaba a mi nariz ese aroma a tierra mojada.
Traté de poner mis oídos atentos, pero sólo logré escuchar a unas cuantas aves refugiadas en los árboles.

"... Hambre..."

Pude pronunciar.
Tampoco es que los lobos pudiésemos hablar de forma fluida, pero hacíamos el intento formando así pequeñas oraciones.

Yo decía la verdad, no había comido algo desde la pelea que tuve con Rakan, ni un trozo de pan siquiera.

»Debes aprender a cazar para poder comer.«

Recordé lo que me dijo Rakan... ¡Mierda, tiene razón! Ni siquiera he aprendido a cazar... Aunque quizá mi peso me ayude a derribar mi presa, pero... ¿Exactamente qué comemos los lobos?, ¿Ciervos, liebres, conejos... Osos?
Mierda... Estoy perdida...

Estuve caminando despacio durante un gran tiempo, olfateaba el aire para encontrar el rastro de algún animal.

»No volverás a ser humana. Eres un lobo, no un hombre.«

La Alfa Mayor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora