Capítulo 10: Tratando de entender

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Las cosas pueden salir muy mal algunas veces. Arthur comenzaba a creer que al destino le fascina escupirle la cara.

Desde su vergonzosa confesión perdió un poco el ánimo y la esperanza en el amor. Ya habían pasado 4 días y desde entonces no salió de su casa, no volvió al parque y ni siquiera iba a sus reuniones o hacia sus obligaciones. Confesarle, al fin, sus sentimientos a su amado y recibir su indiferencia había sido un golpe bajo en su confianza, pero él sabía perfectamente que no era motivo para dejar que su vida se venga abajo.

Tal vez el argentino no le haya correspondido, pero al menos se quedaría con el hecho de que había logrado algo que consideraba imposible, de que había dejado todos sus miedos y superado todo obstáculo para expresar sus sentimientos, aunque supiera de antemano que las cosas se irían a la mierda. Eso era un gran logro en su vida, ahora sabía que realmente era capaz y eso, en cierta forma, lo hacía felíz. Pero con todo y eso, aún necesitaba un momento para superar lo sucedido, sería muy vergonzoso volver a verlo a la cara. Así que se quedaría un tiempo más en su casa.

Estaba tirado en su sofá, mirando el techo completamente blanco y de tanto tiempo de estar observando pudo notar algunas pequeñísimas imperfecciones que jamás hubiera notado. El lugar estaba en completo silencio, sólo se escuchaba el sonido de las agujas del reloj. Comenzó a mecer su pie mientras enredeba sus dedos.

Necesitaba pensar en otra cosa, debía superarlo y seguir con su vida. Él sabía mejor que nadie que era muy difícil que Martín lo aceptará, y por eso no entendía porque se le hacía tan difícil dejarlo de lado. Seguramente encontraría a alguien más en su vida y esto solo sería un recuerdo, pero quién sabe cuánto tiempo podría pasar.

Su celular, que estaba en la mesita, encendió la luz y vibró, no le iba a dar importancia, pero al final lo agarró y miró desde la barra de notificaciones un mensaje de Francis.

"Hey ¿Estás en tu casa? - 11:48"

No respondió, volvió a dejar el aparato en la mesa, cerró los ojos y por un momento se durmió. El ruido de su celular vibrando hizo que se despertara de nuevo. Miró el techo, ya perdió la noción del tiempo. Tomó otra vez su celular.

"Tienes una llamada perdida de TragaBaguettes🔫 - 12:20"

"Podrías contestar? - 11:58"

"Estoy llendo hacia allá - 11:58"

Oh, no. El insoportable francés pervertido se creía con la confianza de llegar a su casa sin preguntar. Otra vez no contestó, dejó el teléfono en la mesita de luz y se levantó para acomodarse, porque ya sentía que se le salía el brazo. Alguien golpeó la puerta y él inglés ya sabía quién era. Pero no mostró ni el más mínimo interés en ir abrir, sólo se sentó en sofá y se quedó ahí sin decir nada.

—¡Arthur! ¿Podrías abrirme? Sé que estás ahí —Dijo el galo al otro lado de la puerta.

—Vete, Francis, no voy a abrirte —Respondió el inglés.

—Solo quiero hablar contigo, no vine hasta aquí para nada —Expresó molesto.

—Pues, yo no te dije que vinieras —Se defendió.

—¡Abre la puerta o me veré obligado a tirarla abajo y tendrás que comprar una nueva! —Gritó exigente, aún así el inglés no hizo nada—... Por favor —Dijo de forma sutil.

Arthur suspiró y camino hacia la puerta, destrabó y abrió y el francés se metió rápido, casi empujando al británico. Al inglés no le gustó mucho esto, pero no dijo nada.

—¿Qué quieres? —Preguntó de mala forma y volvió al sofá.

—Me enteré —Dijo cerrando la puerta.

—Sí, "del gran desastre" —Hizo comillas con los dedos.

—Cuéntamelo todo —Exigió el galo.

Arthur más bien lo tomó como una invitación, ambos entraron a la cocina y en cuestión de minutos, los dos estaban sentados compartiendo un té. El inglés trató de relajar el semblante, Francis no venía para molestarlo, sino para ayudarlo, así que trataría de contarle todo lo sucedido con detalle y así el mayor tal vez podría darle algún consejo, pero claro, nada mejoraría la situación en la que se metió.

—¿Y él que te dijo? —Preguntó soplando el té antes de beber un sorbo.

—Nada. Supongo que no le interesó —Dijo sin darle importancia, aunque sabía que eso dolía—. Realmente no creo que esté interesado en mí —Comentó, haciendo una mueca de tristeza que no pudo evitar.

—¿Él te dijo eso? —Preguntó el galo, alzando una ceja.

—No, pero a veces las personas dicen muchas cosas con el lenguaje corporal —Respondió algo pensativo.

El galo lo miró algo dudoso, estaba de acuerdo con lo que había dicho, el lenguaje corporal podía decir muchas cosas, pero no absolutamente todo. Es difícil contar un sentimiento con alguna expresión, a menos que sea algo demasiado específico, pero este no era el caso.

—Pero, ¿qué te hace pensar que él siente eso? —Preguntó, tratando de que el inglés recapacite en sus palabras.

—Fue muy obvio —Se cruzó de brazos.

—Pero, no te dijo nada de... —No logró terminar, Arthur interrumpió sus palabras.

—¡Ese es el problema! —Exclamó, perdiendo el control de sus emociones—. No dijo nada, hubiera preferido que me rechazará, pero que al menos hubiera dicho algo —Dijo, entonando una voz triste—. Aunque sea algo pequeño —Se desplomó en el sofá y se tomó el rostro, sentía las lágrimas amenazar, pero no podía llorar frente al cara de sapo.

—Arthur —Llamó sereno, buscando calmar al hombre más pequeño—. Trata de pensar bien las cosas. Estás haciéndote de ideas raras sin ningún motivo —Regañó.

—Francis, no le importó, ¿de acuerdo? Sólo necesito superarlo y ya —Dijo aún con el rostro oculto.

—No te dijo nada —Continuó, ignorandolo—. Eso significa que hay una puerta abierta a cualquier posibilidad. Puede querer algo contigo, como no —Explicó—. No confirmó nada y eso es bueno, aún tienes una oportunidad —Trató de alentarlo.

—Si, como no —Comentó vagamente, ignorando por completo al francés.

—Arthur —Llamó—, mírame —Pidió.

—¿Qué quieres? —Preguntó con la voz fastidiada.

—Escucha, tienes que entender que es joven, quizá no entienda el amor como lo entiendes tú —Intentó acercarse, pero el inglés volteó aún más su rostro, haciéndole imposible al galo poder verlo—. Dale un poco de tiempo, tal vez también fue impactantes para él, ¿no lo habías pensado? —Tocó su rodilla.

Arthur comenzaba a darle la razón al francés, claro no se lo diría, pero aún así tenía mucho sentido. Tal vez sea insoportable y molesto, pero Arthur realmente se sentía agradecido de todos sus consejos.

—¿Y si no quiere nada conmigo? —Preguntó temeroso, tirando su cabeza hacia atrás.

—Entonces sigues adelante —Respondió.

—No creo que sobreviva a eso —Dijo de forma dolorosa mientras cerraba los ojos.

—Tranquilo, hemos pasado por cosas peores y aún estamos aquí —Dijo entre risas y el inglés lo acompañó—. Sólo no saques conclusiones antes de tiempo —Dijo levantándose—. Y no te encierres es tus pensamientos, tal vez Martín sí te quiere —Comentó caminando hacia la puerta.

—Francis —Llamó apurado mientras se levantaba del sofá—. Gracias —Dijo mirando el suelo—, no creo merecer todo esto qué haces por mi —Alzó la mirada y el francés rió.

—No lo hago por tí —Comentó entre risas—. Lo hago por él.

Cartas Anonimas [ArgUK] (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora