Capítulo 19: No tan malo

649 65 10
                                    

Fue difícil encontrar los estúpidos pañuelos ¿Cómo diablos iba a imaginar que estarían detrás de enormes tarros en la repisa más alta del estante? Arthur realmente llegó a creer que lo había hecho a propósito, ahora había perdido valioso tiempo, tiempo suficiente como para que el menor salga del sueño y caiga en la cuenta de que esta vivo, lo que significa que también recordaría lo que sucedió ayer y como Martín es un maldito sin vergüenza no tendría ningún problema en volver a tocar el tema y Arthur no se encontraba emocionalmente estable en ese momento.

Entró a la habitación nuevamente, esta vez notando la respiración rápida en el cuerpo del menor que se encontraba cubierto por las frazadas.

—Aquí los traje —Se los entregó, Martín sacó una mano de abajo de las sabanas, asegurándose de que su rostro siga tapado, para tomar los pañuelos. Se sonó la nariz, lo más fuerte que le fue posible y Arthur solo pudo poner los ojos en blanco por la exageración y ruido innecesario

—¿Ves que sos vos el que me trae mala suerte? —Arthur miró disgustado, un poco cansado de la situación.

—Disculpa, si sabía que ibas a enfermarte hubiera detenido la lluvia con mis poderes sobrenaturales —Dijo de forma sarcásticas, pero el argentino pareció ignorar sus palabras porque continuó lamentándose.

—No me quiero morir —Dijo entre sus manos, con la voz exageradamente angustiada, hasta parecía que iba a llorar y el británico imaginó que podría ser un gran actor porque nadie podría llegar a ser tan exagerado como Martín Hernández.

—No vas a morirte, Martín, solo es un resfriado —Suspiró.

—¡Callate! Vos no sos el que se va a morir —Arthur decidió que era mejor ignorarlo, porque eso ya parecían los delirios de un niño. Acercó un poco la mano con la intención de verificar si tenía fiebre, pero rápidamente se arrepintió, no sabia como Martín podía reaccionar a eso.

—Escucha, debería irme ya —Carraspeó—, tengo cosas que hacer, así que-

—¡Sí, tomatela de mi casa! Sos la última persona que quiero en mi lecho de muerte —Exclamó con las manos aun cubriendo su rostro, pero Arthur pudo notar el seño fruncido. La verdad es que Martín estaba en todo su derecho de echarlo, pero aún así no pudo evitar sentirse profundamente molesto, así que no vió motivos para no salir de la habitación— ¡No, esperá! —El argentino sujeto fuertemente al mayor de su camisa, sorprendiéndolo y casi tirándolo—. No te vayas, si me muero nadie va a encontrar mi cuerpo y no quiero pudrirme. —Arthur vió sus ojos cansados y suplicantes con lágrimas a punto de brotar, toda la situación le parecía de una caricatura cómica.

—Martín, tengo que irme —Desvió la mirada al sentir sus mejillas un poco cálidas—, tengo cosas que hacer —El argentino lo miró en silencio y luego de unos segundos soltó el agarre, haciendo que el ingles devuelva la mirada.

—¿Y si me muero?

—No te vas a morir —Recalcó, esta vez, un poco fastidiado, apoyo la mano sobre la sien del menor y afortunadamente no sintió un calor excesivo—. Ni siquiera tienes fiebre, solo es un resfriado —Martín continuó mirándolo en silencio.

—¿Me haces un favor antes de irte? —Pregunto el menor recostándose otra vez.

—¿Otro?

—¡El último y dejo que te vayas! —Suplicó y Arthur suspiro resignado, aceptando la petición— ¿Me haces un té? A vos te salen ricos. —No esperaba el halago, no pudo hacer más que poner los ojos en blanco, completamente fastidiado por la idiotez, pareció que el menor era completamente incapaz de atenderse solo, pero aun así, Arthur salió nuevamente de la habitación directo a la cocina. Regresó a los pocos minutos con una taza humeante y una tarro de miel.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 20, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cartas Anonimas [ArgUK] (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora