Un pequeño cambio, unos ojos cordiales, un corazón roto.
Cuando el sufrimiento y las malas decisiones sobrepasan la cordura, nuestra mente intenta aliviar el dolor, solucionando todo de un tajo.
Shōto e Izuku deberán cargar con la situación, y decid...
«Espero que tus deseos se cumplan aunque sea un poco, pero si no es así, no importa, quizá no era el momento.» | RADWIMPS• ♪ • Perfect Baby |
~ ♥ ~
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–¡¿ESTAN LISTOS?! LA 35° EDICIÓN DEL FESTIVAL ESTUDIANTIL HA COMENZADOOOOOO.–
Las banderas ondeaban furiosas acompañando el eco del grito del Profesor Yamada, respondiendo a la brisa matutina.
Era notorio el hecho de que era un día importante, porque hasta el cielo reflejaba sus azules más brillantes.
Shōto recorrió con su típica mirada estoica a su alrededor. Por lo general, su carrera estaba en la mitad del recorrido de jueces, así que a sus costados siempre había muchísimos estantes. Frente a ellos, Trabajo Social, tras ellos, la Facultad de Ciencias de la Salud.
Observó atento su propio estante: unos libros engargolados, unas cajas de cartón, algunas cosas tapadas por frazadas y un cartel de fondo con tapa. En un costado, tenía unos tentempiés y algunos vasos llenos de líquidos de colores, con un ventilador silencioso refrescando el ambiente.
Aunque se sentía plenamente convencido de que su proyecto era una nimiedad comparada con otras genialidades, no podía —ni quería— hacerse menos. Se había esforzado, sin dormir varios días y había invertido gran cantidad de su pago para completar todo.
Sentía la mirada de Kendo y Momo desde la otra esquina, pero la verdad le era muy indiferente. Recién se había aprendido el nombre de las chicas por un trabajo que le había pedido Aizawa, y sentía que uno le sonaba demasiado familiar. Pero al final de cuentas, eso ni siquiera era importante.
Lo únicamente importante era ser el mejor, demostrarle al asqueroso de Enji que podía ser rico sin su jodida empresa, y volverse un emprendedor famoso, como Yagui. No había fallas en su lógica, y mucho menos en su proyecto.
–Todoroki.–
El bicolor se sobresaltó un poco. No estaba en su cotidianidad que alguien le llamaran —en realidad, a lo que estaba acostumbrado era a que nadie se acordara de su existencia— y menos una persona de su salón. Iida Tenya estaba de pie frente a él, con esos ridículos movimientos de brazos que tanto lo caracterizaban, y mirándolo seriamente.
Hasta donde sabía, el de gafas no tenía ni una sola razón para hablarle.
–¿Sucede algo?– su voz sonó fría y escueta, cómo era de costumbre.
–Fuyumi me mandó un recado. Me dijo que esperaba que te presentes en su compromiso. No aunó más detalles.–
Si su rostro mostró la sorpresa que le invadió, es algo que Iida tampoco reflejó.
