Capítulo XIX: « Ángel mancillado. »

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«Inmaduro, cruel, aún así, hermoso.»


| Akano• ♪ •Kawaki Wo Ameku |


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Había meditado todo el fin de semana la manera en que quería comunicarle a Izuku sus sentimientos

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Había meditado todo el fin de semana la manera en que quería comunicarle a Izuku sus sentimientos.

Después de todo, no era un experto en el tema; el pecoso era el que le había enseñado en el transcurso de su relación a abrirse a lo que su intenso corazón dictaba.

Había imaginado cientos de escenarios, siento de diálogos, muchas maneras de que las cosas acabarán de manera tranquila, en paz. Aunque su presencia siempre anunciaba gritos y estrés, no quería culminar una etapa tan importante para sí, con niñeras ni idioteces.

Trataría de que fuera diferente.

O al menos eso pensaba, hasta antes de llegar al cruce vial encrucijado, donde una camioneta doble cabina estaba incrustada en la parte delantera de un taxi destrozado, con un tráfico vial y muchas patrullas rodeando.

Vio a Yagui, abrazando de lado a Inko, mientras estaba lloraba al escuchar lo que un policía les decía, al fondo del escenario. Vio las luces de una ambulancia acercarse, brillando en tic-tacs rojos y azules, mientras los cristales de lo que antes eran las ventanas destellaban quebrados en el piso.

Un equipo de bomberos ya estaba maniobrando sacando a los tipulantes del taxi, y vio como sacaban a un señor de edad avanzada del asiento del conductor, con muchas heridas en el cuerpo y la ropa ensangrentada.

Y luego vio, como sacaban el cuerpo del pintor, de la esquina contraria.

Sus rizos, siempre inmaculados y finos, estaban sucios y revueltos, y le caían sobre la cara, pegados a la sangre que brotaba de su rostro. Tenía la ropa manchada de óxido y más sangre, y su espalda y brazo izquiero parecían doblados en sentido contrario.

Era un ángel mancillado, con las alas rotas, y al parecer, el declive de su vida.

Al ver que sacaban al chico del transporte, la señora Inko se zafó del brazo de Yagui, y comenzó a correr en dirección del chico, seguido por los gritos desesperados del rubio mayor.

No fue hasta que volteó en dirección contraria, demasiado herido por la escena que se estaba presenciando, que vio la cabellera bicolor.

El chico estaba en una esquina, con una venda rodeando su cráneo, y un gran parche en su ojo izquierdo, y sentado en la orilla de la banqueta más próxima.

Su ropa se veía sucia, y, un detalle bastante importante, traía un conjunto que conocía perfectamente.

Ropa de Izuku Midoriya

Efímero Reflejo | Tododeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora