Capítulo XXV: ‹ Movimientos inexpertos ›

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« La semana me parte en dos, de viernes a domingo, tu visita me repara cuando nos conecta entonces vivo. Quiero que te vengas a vivir, todos los días conmigo. »

| Enjambre• ♪ •Visita |

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Había cosas realmente increíbles, que no eran fácil de explicar, y mucho menos de entender

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Había cosas realmente increíbles, que no eran fácil de explicar, y mucho menos de entender.

Personalmente, su lista tenía varios puntos y aspectos que deseaba preguntar a Fuyumi o a Tenya, pero había uno que lo descolocaba de una manera sorprendente —y hermosa.—

La manera en que un par de ojos centelleantes hacían volar las horas a su alrededor.

Shōto incluso sentía confusas paradojas en su interior, porque los días pasaban como horas cuando estaba con el peliverde, y el tiempo parecía escurrirse como agua entre sus dedos, cada que llegaba a la que ahora consideraba su puerta favorita.

Tocó brevemente el timbre, y una cantarina voz le gritó un "En un momento", desde adentro.

Lo recibieron las joyas a las que comenzaba a adorar mirar con detenimiento, contorneadas por un profundo matiz negro.

–Hola, Shōto.–

De pronto, un momento de irreal inspiración se presentó en la cabeza del más alto.

–¿Oje-izu?–

El más bajo río brevemente.

–¿Verdad que es un muy buen juego de palabras?–

–Digno de un sentido de humor artístico.–

Ambos rieron, y entraron a la casa.

Durante las últimas dos semanas, habían mantenido un ritual de visitas constantes. El más alto llegaba a la casa del artista cuando salía de OFA, y platicaban animosamente durante aproximadamente tres horas, hasta que el cielo se pintaba de colores opacos y sombras moradas, y las primeras estrellas brillaban en el firmamento, que era cuando el bicolor se disponía a despedirse.

En ese momento, los minutos, —y sus agitados corazones— parecían detenerse.

Shōto se acercaba al pintor tímidamente, tomaba sus pequeñas pero fuertes manos, entrelazaba sus dedos, y lo miraba fijamente. En la primera semana ese corto contacto les bastaba a ambos.

Pero en algún lugar oculto dentro de sí, necesitaban más. Más sensaciones que aceleraran su ritmo cardíaco, su agitada respiración y su adrenalina.

Izuku lo estrujó con fuerza en un abrazo embriagador al principio de la segunda semana. El heterocromático se permitió marearse en nuevas sensaciones, que fluctuaban entre los suspiros y las caricias que iba dejando en la espalda del más joven, mientras con su mano restante masajeaba los suaves rulos verde oscuros.

Efímero Reflejo | Tododeku |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora