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JI YONG

Esta debe ser la sensación, es una especie de zona de seguridad, lo que la mayoría llama hogar. Lo que te da el poder para salir y enfrentarte al mundo, puedes caer, puedes ser golpeado por lo que hay ahí afuera, puedes arriesgarte todo lo que quieres porque al final siempre habrá un lugar llamado hogar que funcionará como tu refugio.

Para mí eso no existía.

Y por supuesto no tenía nada de especial llegar a casa. Siempre creí que llamar hogar al lugar que habitas, con una especie de connotación sentimental, solo se trataba de otra creación romántica de aquellos que creían vivir felices, pero sin dinero.
Ahora, estoy empezando a cambiar mi manera de pensar, o mejor dicho, me estoy dando cuenta que lo que antes creía era pura mierda.

Lo real era Zoe, era ella mi refugio.

En la habitación inundaba una oscuridad absoluta, no quise encender las luces artificiales para no interrumpir sus sueños, además, no era necesario, mi cuerpo sabía exactamente donde estaba ubicada, como si fuera un magnetismo o una alguna cosa extraña que hacia erizar mis bellos cada vez que ella estaba cerca.
Una vez que mis sentidos se aseguraron de su presencia, dejaron que el peso del cansancio me consumiera. Había pasado los últimos días casi sin dormir, haciendo los esfuerzos necesarios para regresar antes de tiempo.

El cansancio es la representación física de mi esfuerzo.

Mis ojos se van acostumbrando a la oscuridad y poco a poco puedo distinguir su silueta recostada en mi cama. No podía dejar de obviar la parte de mi cuerpo que necesitaba estar enterrado profundamente en ella, pero mis sentimientos ahora estaban en un nivel superior. Saber que Zoe se encontraba bien y que estaba a mi lado era suficiente para satisfacerme... por el momento.

Me deshice de mis prendas, quedándome solo con mi bóxer y me recosté a su lado. Mis ojos pesaban demasiado. Me pegué a su espalda y pasé un brazo sobre su cintura para abrazarla y sostenerla. Ella gimió, se retorció y se acomodó perfectamente entre mis brazos.

Me quedé dormido sintiendo el aroma de su suave cabello, aquel aroma a fresas que me encantaba.

........

No sé cuántas horas pasaron, pero estaba seguro que ya había amanecido cuando la alarma de Zoe comenzó a retumbar en la habitación.

— ¡¡¡JI YONG!!! — la escuche chillar y fue cuando recupere la conciencia. Zoe estaba sentada a mi lado con una expresión de sorpresa tan grande que me hizo sentir orgulloso por el esfuerzo que hice para regresar mucho antes de lo planeado.

— Hola, nena — restregué los dedos sobre mis ojos, aun los sentía pesados.

— No estaba soñando. Te sentí en la madrugada. Nos estaba... ¡Cielos!. — Tocó mi pecho para asegurarse que era real.

Oh Oh...

Sujete su muñeca rápidamente, el contacto había encendido algo violento en mí. Tiré de ella para que cayera de nuevo sobre el colchón y me abalancé para que quedara justo debajo de mí.

— ¡Ay...! — se quejó. Y antes de que pudiera decir algo más, la silencie con un beso cargado de necesidad.
No pude contenerme, sé que Zoe merece algo más romántico, y no necesariamente porque se trata de una chica inocente sobrellevando sus primeras experiencias sexuales, sino porque la relación que ahora tenemos amerita las cursilerías. Pero yo había pasado cinco días sin tocarla y eso, en este punto de mi vida, era intolerable.

Mi lengua golpeó la suya con desesperación, tratando de arrasar con todo el delicioso sabor de su boca... Zoe sin dudarlo me correspondió sorprendiéndome con su necesidad casi idéntica a la mía.
Gimió haciendo que un hilo de dolor comenzara a arraigarse en mi cuerpo. Volvió a gemir más fuerte y para ese momento la cabeza me daba vueltas.
Era terrible la manera en que la deseaba. Había considerado eso una debilidad, había querido alejarme porque dentro de mí sabía que era perjudicial. Tal vez la verdad no haya cambiado, sin embargo solo el tiempo dirá lo que tengo que pagar por amar tanto a una mujer.

Stay with me ¤ Ji Yong [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora