En cuanto llegamos a la entrada de la facultad de Veterinaria los observo una ultima vez. En su mirada puedo notar los sentimientos encontrados que se están gestando dentro de sus cabezas, a pesar de que ambos son de una voluntad inquebrantable, hay ocasiones en las que les es muy difícil no flaquear a la hora de tratar de entender mi situación. Se preocupan, de eso no tengo duda, pero sé que enocasiones les gustaría hacer más, además de solo darme palabras de apoyo, aunque a veces es lo único que necesito.
-Mucha suerte – me dice Victoria antes de rodearme con sus brazos – Aún tienes que contarme lo que pasó ayer, con todo detalle – susurra a mi oído antes de separarnos.
-Gracias, Vicky – le dedico una sonrisa sincera, ella me regresa el gesto acompañado de una pizca de genuina angustia.
-Nos contarás que fue lo que te dijo Danny ¿Verdad? – pregunta Santiago mientras sus ojos avellanados me miran con ese brillo que solo aparece cuando algo realmente lo aflige, capturando mi imagen una ultima vez para guardarla en su memoria como un tesoro valioso.
-Desde luego, serán los primeros en saberlo – se despiden una ultima vez con la mano al tiempo que comienzan a avanzar en dirección a la estación del tren subterráneo. Me quedo uno minutos más hasta que los pierdo a la distancia, hace un clima agradable, a esta hora del día el sol está en su punto más alto, las nubes en el cielo parecen estar hechas de algodón, y a pesar de eso no puedo evitar sentir que todo es tan cansinamente artificial.
Mis pensamientos se arremolinan en mi mente, todos tratan de ganar protagonismo, pero en el intento simplemente se vuelven una masa gris que ensombrece mi semblante. El día a mi alrededor está radiante, y aun así la única que no parece notarlo soy yo.
Los corredores se encuentran llenos de movimiento, docenas de personas yendo y viniendo, algunas me reconocen y se detienen para saludarme, al haber visitado con tanta frecuencia las instalaciones mi rostro se ha vuelto reconocible para muchos de los estudiantes. Es por esto mismo que mi recorrido lo hago prácticamente en automático, es imposible que me pierda en este lugar, no podría, aunque lo intentara.
Después de desenvolverme por el pequeño laberinto de aulas y escaleras, finalmente al doblar una de las equinas me encuentro con el pasillo que da a nuestro punto de encuentro. El edificio de dos pisos con paredes de cristal se eleva majestuoso en medio de un campo de césped verde recién cortado, un monolito brillante clavado en la tierra, no hay mejor manera de describir la cafetería de la facultad.
El delicioso aroma de café recién hecho me recibe suavemente, la enorme variedad de alimentos que son preparados dentro la de cocina envuelve el lugar en un ambiente de jovialidad y armonía, una sinfonía gastronómica indescriptible. Estudiantes de toda la universidad se reúnen día a día para poder saciar el apetito, pasar un rato agradable, o, si son como Danny, para hacer los deberes.
Daniel Crow ha sido mi amigo desde el último año de la preparatoria, siempre digo que llegó casi al final, pero llegó para quedarse. Pocas veces en mi vida he tenido la fortuna de encontrarme con personas con las que pueda hacer conexión tan fácilmente, y Danny es una de ellas.
Nuestro comienzo tiene toda la apariencia de ser un final, tan furtivo como una bala impactando en el suelo. No tengo complicaciones para admitir que fue completamente mi culpa, siempre he tenido la manía de comenzar mis relaciones con el pie izquierdo, tengo incontables ejemplos sobre ello, pero sin lugar a dudas el de él fue el más abrupto.
Y a pesar de ello pudimos superar las adversidades y forjar una hermosa amistad. Nos entendemos muy bien, nuestros gustos suelen parecerse la mayor parte del tiempo, inclusive él también tiene una enorme pasión por la pintura, pero la principal razón por la que suelo visitarlo con tanta frecuencia es porque sé que puedo confiar en él, tiene una particular forma de comprender las cosas, como si sus ojos pudieran ver lo que los demás no.
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Elizabeth I: El chico en la ciudad
FantasyLa noche que Elizabeth se fue a dormir jamás imaginó que terminaría adentrándose en la enigmática Garadot, una ciudad donde el sueño se convierte en realidad, y los peligros pondrán a prueba su vida. Ahora en su búsqueda por volver a su mundo Elizab...