Un trueno retumba sobre la ciudad, puedo escucharlo alejarse a la distancia, instantes después silencio absoluto, el canto del guardián ha cesado. A pesar de la fresca brisa corriendo a mi alrededor la temperatura de mi cuerpo sigue elevándose, siento la electricidad extenderse a lo largo de todo mi cuerpo,
El miedo y la adrenalina mezclándose en un sentimiento amargo, la desgarradora sensación de tener toda la energía del mundo en la palma de la mano, y aun así no pude evitar que la enorme estatua de piedra regresara del más allá ¿Cuan insignificante puede llegar a ser una persona?
El arcángel sigue de pie frente a mí, su delicado rostro tallado con sumo detalle se mueve perezosamente mientras estira sus extremidades con dificultad, las alas en su espalda abanican pesadamente, mientras que los caballos, aún aturdidos, lanzan apagados suspiros. Si no fuera por el color de su piel y la textura lisa podría jurar que son de carne y hueso.
No estoy segura de cómo reaccionar o cual será mi siguiente movimiento, a primera vista no parece peligroso, ni siquiera repara en mi presencia, a diferencia de toda criatura con la que me he enfrentado esta es la menos atemorizante, después de todo ¿Qué razones puede tener una estatua para querer hacerle daño a alguien? El problema es que la respuesta a esta incógnita no tarda en aparecer.
Una vez que ha despertado por completo el mensajero de Dios comienza a girar la cabeza en toda dirección, sus inexpresivos ojos llegan a cruzarse con los míos apenas por un segundo, yo solo puedo quedarme donde estoy, lista para cualquier evento.
Su imperiosa búsqueda llega a su fin cuando posa su mirada sobre el cuerpo inmóvil del enmascarado, lo sé porque en cuanto se percata de su presencia lentamente lleva una de sus manos hacia atrás, solo para extraer una espada afilada.
Un escalofrío recorre toda mi espalda, deseo estar viendo mal, que todo se trate de un terrible malentendido, pero no es así, lo sé porque la estatua levanta la mano con la que carga el arma, alistándose para atestar el golpe definitivo. Todas las alarmas de mi interior se encienden, desde lo más profundo de mi ser grito
-¡No!- mi mente está vacía, con excepción de una sola palabra, "Chispa". La bola de fuego sale disparada directamente al rostro de este, dando justo en el blanco. En medio de la llamarada puedo ver la confusión del arcángel al tiempo que retrocede con torpeza, sus alas empiezan a agitarse con una potencia descomunal, mientras que la espada se alza amenazante en el viento nocturno.
Avanzo hacia donde se encuentra el sujeto de la gabardina, solo para descubrir con incertidumbre que la escultura trata de arremeter nuevamente. Sé que el fuego no funcionará esta vez, necesito más opciones, pero mis pensamientos han desaparecido por completo, la desesperación me obliga a tratar de despertar a mi compañero, sin el menor resultado.
Los caballos azotan sus cascos con rabia, puedo ver a la espada elevarse, cierro los ojos, intentando concentrarme, debo dejar de aferrarme a la idea de que todo tiene una explicación lógica, los limites han desaparecido, y las posibilidades son... infinitas. Abro los ojos, me levanto y me posiciono en frente de la esfinge, para después soltar con una profunda determinación
-Cadenas- en un movimiento fugaz extiendo mi brazo hacia el coloso, cerrando el puño, tal y como lo habría hecho la mujer demonio. Los eslabones emergen del suelo entrelazándose unos con otros, puedo sentir el control de mi ser sobre aquellas serpientes de metal. Una vez que han alcanzado una altura considerable las dirijo hacia las alas del arcángel, aprisionándolas con fuerza.
Se detiene en seco debido a la conmoción, inmediatamente comienza a forcejear para liberarse, su mirada vacía lo hace mucho más intimidante, da la impresión de ser completamente imparable, pero sé que no es verdad, no estando yo aquí.
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Elizabeth I: El chico en la ciudad
FantasiLa noche que Elizabeth se fue a dormir jamás imaginó que terminaría adentrándose en la enigmática Garadot, una ciudad donde el sueño se convierte en realidad, y los peligros pondrán a prueba su vida. Ahora en su búsqueda por volver a su mundo Elizab...