Capitulo VII. Conejo Blanco

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Una vez que deja tras de sí al enorme arco de mármol el camino serpentea en medio de un prado pajizo. Doy una ultima ojeada a mis espaldas, en donde los dominios infinitos del páramo dan inicio, todavía puedo ver a la distancia las nubes de polvo elevadas por el enfrentamiento reciente. Suena tan lejano, tan irreal, como todo hasta ahora, porque nada ha cambiado, esto sigue siendo un sueño ¿Verdad?

Quisiera analizar cada evento, cada instante en el que me he visto envuelta, todo cuanto he visto, todo cuanto he escuchado, todo cuanto he sentido, aferrarme a una idea tan ridícula como descabellada, todo volverá a la normalidad, estoy segura de ello, no hay otra alternativa, otro desenlace, porque estas cosas no pasan en el mundo real, la magia no existe, los muertos vivientes no existen, así que basta de considerar consecuencias, basta de temer por lo que pueda ocurrir, estaré bien, nada me va a pasar, todo quedará en el olvido para siempre...estaré bien.

Mis pisadas se presentan silenciosas en la piedra lisa, sin la brisa presente todo vuelve a sentirse tan sofocante, un gigantesco peso que trata de aplastarme en mi avanzar. Aunado a esto el panorama parece no tener la menor intención de cambiar, de momento lo único que se puede distinguir a primera vista es una gigantesca extensión de hierba moribunda. Una borrosa silueta lejana se presenta con cada paso que doy, en un inicio considero la idea de estar observando la ciudad, aunque para este punto podría ser cualquier cosa, desde un enorme monstruo o inclusive una nave espacial.

La paranoia ha paralizado todo cuanto hay en mi cabeza, aún soy consciente de lo que hago, pero sé que es estar en modo automático, como si me hubieran desalojado de mi propia mente, mientras dentro ocurre un pandemonio. Toda la información que he recibido en tan poco tiempo arremolinándose como un huracán, sé que hay tantas preguntas por hacerse, detalles por analizarse con minuciosidad, pero en este momento no puedo, estoy bloqueada, solo queda ver hasta donde me llevará mi deshumanizado ser.

A los pocos minutos de caminar me detengo en seco, dos estructuras de tamaño mediano aparecen repentinamente en ambos costados del camino, tal vez sea por lo atrofiados que están mis sentidos, pero estoy segura de que no estaban ahí, al menos no con tan perfecta simetría. Se tratan de dos chozas de barro, cada una con improvisados orificios que asemejan a las puertas y ventanas.

Desde donde me encuentro parecen estar abandonadas, aunque siendo sinceros no parecen haber sido habitadas en algún momento. Lo que lleva a preguntarme cuál fue su función, posiblemente eran puestos de vigilancia utilizados por los guardias para inspeccionar a todo aquel que quisiera ingresar. De ser así a lo mejor hay algo dentro de ellas que me pueda ayudar ¿Ayudar a qué? No tengo idea, los pensamientos pasan sin filtro alguno.

A pesar de la determinación con la que me dirijo hacia ellas la realidad es que todo mi cuerpo se estremece de temor. Me posiciono en el centro de la senda, aproximadamente a diez metros de ambas edificaciones, tamborileo el aire nerviosamente, no solo me han despojado de mi cordura, sino también del coraje.

La cuestión aquí es decidir cual de las dos he de inspeccionar primero, no es como si fuera a cambiar el desarrollo de los eventos, es una simple decisión, y aún así sigo de pie sin moverme, son exactamente iguales, no haría la diferencia. El primer impulso que me aborda es el de acercarme a la que se encuentra en la izquierda, tal vez es mi subconsciente hablando o el destino haciendo acto de presencia, sea cual sea la razón decido no poner mas resistencia y dejarme llevar por la intuición.

Acercarse se convierte en un suplicio, por un momento considero la remota posibilidad de que todo es producto de mi imaginación, en cuanto ponga un pie dentro se cerrará consumiéndome por completo, la mujer demonio regresará para asfixiarme hasta la muerte, o los hombres de arena me molerán a golpes, todo es posible.

Elizabeth I: El chico en la ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora