Capítulo 9.

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Sábado. 3:30 am. Mamá me llamaba a los gritos para que baje. Normalmente, los sábados acostumbro a quedarme en mi habitación a dormir hasta tarde, y si no es dormir es escuchando música, y si no es éso es dibujando o leyendo.

Y, normalmente, mamá no me llama para bajar.

En fin, me veía obligada a levantarme o sino mamá vendría con una cubeta de agua congelada y me la tiraría encima, como una vez me hizo. Terminé resfriada por unos días gracias a mi propia madre.

Me dirijo arrastrando los pies como un zombie hacia mi ropero y me cambio mi pijama por una sudadera morada extra oscura, un jean negro y unas zapatillas negras, marca Vans. Me recojo el pelo en un rodete bastante despeinado, pero me importa una mierda. Estoy en casa y si quiero vestirme como una vagabunda lo haré.

Me dirijo al baño a higienizarme. Luego de éso, bajo las escaleras a trotes y casi me caigo al pie de éstas al encontrarme en el living a una persona. No una persona desconocida, sino a una que yo conozco desde hace poquito tiempo. Ésa persona de la cual estoy hablando se encuentra aquí, en mi casa, sentada en el sofá del living como si viviera en ésta casa hace años, o como si conociera a mi familia desde hace años y tenga la confianza suficiente como para sentarse de ésa manera.

Y ni siquiera le había dado la dirección de mi casa en algún momento de mi vida.

—¿Bryan? ¿Qué haces aquí? —dije sorprendida—.

—Quise venir a visitarte —decía Bryan apoyado en el sofá del living, bastante cómodo—.

Lo miré. Sólo para comprobar de que de verdad estoy viendo al mismísimo Bryan Phillips aquí en mi casa.

—July, no me dijiste que te habías hecho otro amigo —decía mamá desde la cocina, lavando los platos—.

Lo que más me sorprende no es la presencia de Bryan aquí, sino la manera amable en la que mamá me está hablando. Aunque... no debería de sorprenderme. Siempre que vienen personas que mi madre conoce o vienen a visitarme mis amigos o las novias de mi hermano, ella se comporta como "La madre ideal", "La madre amorosa", "La mejor madre del universo" sólo para quedar bien enfrente de las visitas. Y ahora está haciendo exactamente lo mismo ahora que Bryan está aquí.

Todavía me sigo preguntando cómo carajos consiguió él mi dirección.

—Emmm, ¿Bryan?

Éste dirige rápidamente su mirada hacia mí.

—¿Podemos hablar un ratito en el jardín?

—Ok.

Lo agarré el brazo y lo llevé a la fuerza hacia el patio de mi casa, sin importar si él podía usar o no sus piernas para ir hasta allá. Trataba de zafarse de mi agarre mientras cruzábamos la cocina, abría la puerta corrediza de vidrio y lo traía hasta aquí. Luego, lo solté y comencé con mi interrogatorio.

—¿Qué rayos haces aquí? ¿Cómo conseguiste mi dirección? —le pregunté, algo nerviosa y en voz baja—.

—Quería venir a visitarte, así que le pregunté tu dirección a Sarah y ella me la dió —decía él, bastante tranquilo en una situación en donde lo estoy apuntando a él como 'acosador'—.

¿Sarah? Imposible. Ella no le daría mi dirección ni siquiera a su novio.

—¿Sarah? ¿Mi amiga? —dije cada vez más confundida—.

—Sí. Aunque no lo creas, nosotros nos mensajeamos por teléfono.

No sé si creerle o no, pero si llega a ser cierto voy a matar a Sarah lenta y dolorosamente por darle mi dirección sin mi consentimiento.

Mi admirador secreto. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora