Lunes. 6:15 am. Normalmente suelo despertarme a las cinco de la madrugada, pero hoy no. No tengo ganas de aparecer en la escuela, ya que de seguro me esperan varias burlas, críticas, miradas, etc.
Cambié de posición de la que solía estar en la cama para seguir durmiendo, pero para mi mala suerte, mamá me grita desde la cocina "¡JULIANNAAAAAAAAAAAAAAAA, DESPIERTA, YA ES HORA DE DESAYUNAAAAAAAAAAAAAAAAAAR!". Rara vez escucho a mi mamá llamándome para desayunar, pero últimamente lo está haciendo bastante seguido, cosa que me pone de buen humor y, a la vez, me irrita (lo sé, soy muy bipolar).
Me veía obligada a levantarme. Me levanté sin ganas de mi cama, iba caminando hasta el baño, arrastrando mis pies y me encuentro con la sorpresa de que alguien sigue ocupándolo. Golpeo y, desde adentro, responden...
—¡ESTÁ OCUPADO! —decía Oliver. Lo reconocí por su voz—.
—¡APÚRATE, ME ESTOY MEANDO! —le grité yo, desde afuera, mientras seguía golpeando la puerta—.
—¡PUES AHORA TE JODES, ESTE ES MI HORARIO DE ESTAR EN EL BAÑO ASÍ QUE TENDRÁS QUE MEAR EN EL JARDÍN!
Me enfurecí, pateé la puerta del baño y comienzo a recordar de que lo que él dice tiene razón; yo siempre suelo despertarme antes que todos y por eso agarro el baño primero. Pero igual, esto es urgente y siento que mi vejiga está por explotar.
Ni modo, me dirijo corriendo hasta la habitación de mamá, entro a su baño privado y hago mis necesidades allí. Nunca había entrado al baño de mamá, es mucho más pequeño que el baño principal., pero más ordenado y más limpio ya que... bueno, es el baño de mamá.
Volví a mi cuarto y opté por elegir mi ropa: una blusa negra con estampados de color plateado que forman el signo de la paz, una camisa color bordó, un jean celeste roto en las rodillas, mis vans negras y mi amado gorrito negro. Nunca puede faltar mi gorrito negro.
Agarré mi mochila y bajé rápidamente las escaleras y veo la escena que siempre suelo ver: todos terminaron de desayunar. Mamá me había llamado para desayunar pero ni aún así me esperan. Cosas que nunca cambian...
—Luego no digas que no te avisé... —dijo mamá, antes de que yo dijera una palabra—.
—Cosas que nunca cambian... —dije acompañado de un suspiro—.
En fin, me senté en la silla y me comí una tostada con mermelada de fresa y jugo de naranja. Un desayuno liviano, ya que me voy caminando hasta el bachiller.
Cuando estaba terminando de desayunar, veo que Oliver baja las escaleras y abre sus ojos como platos.
—Ahora sé lo que sientes, July —creo que se refería a que no lo esperamos para desayunar—.
—Bienvenido a mi mundo... —le dije a Oliver—.
—Wau... tu mundo apesta —decía Oliver mientras se sentaba en su silla y comía su desayuno. Como respuesta, le di una patada en su pierna— ¡Auch!
—Chicos, en serio, basta de peleas —decía mamá mientras terminaba de acomodar sus archivos del trabajo—.
—Lo siento —dijimos Oliver y yo a coro—.
Me levanto de mi silla, veo la hora en mi reloj de muñeca y... ¡Dios, son las siete menos diez! ¡Llegaré tarde! (Bueno, no precisamente, ya que suelo ir temprano para no tener que lidiar con la mirada de todos en mí, y peor hoy, ya que estarán todo el tiempo criticándome, como si ellos fuesen unos completos santitos).
Salgo corriendo de la casa, saludando a mamá a los gritos y me dirigí corriendo hasta al bachiller, pero Oliver me agarra del brazo y me detiene.
ESTÁS LEYENDO
Mi admirador secreto. [EN EDICIÓN]
Teen FictionJulianna Jones es una adolescente que trata de buscar la felicidad en su obscura vida. Se considera a sí misma una "chica hipster", no tiene muchos amigos, es considerada el "bicho raro" de su escuela, siempre le encuentra doble sentido a las cosas...