Capítulo 2.

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Oliver, Morgan y yo fuimos corriendo con toda prisa hacia nuestras habitaciones a buscar nuestras cosas. Al rato, bajamos las escaleras a la velocidad de la luz, empujándonos y casi llevándonos todo lo que tenemos por delante. Como yo soy la más lenta (irónicamente he estado en el equipo de Atletismo en la sección Carrera a Larga Distancia por un año), tuve que tomarme unos cinco segundos para ponerle tranca a la puerta de la casa, ya que en mi familia tenemos una regla: "Cuando salimos a algún lado, el último que sale es el que cierra la puerta", y digamos que eso puede ser un maleficio para mí.

¿Por qué digo esto? Ya lo verán.

Una vez que tranqué la puerta, me fui corriendo hacia el auto, donde mi mamá ya había arrancado el auto y estaba dando marcha atrás para salir del garaje y comenzar viaje. Golpeaba varias veces la puerta para que ésta se detuviese a esperarme, y cuando lo hizo, se puso a gritarme por no llegar a tiempo. Típico en ella.

¿Lo ven?

Me subí al auto y mamá salió a toda velocidad por la carretera mientras me regañaba, como siempre. Ésta vez, por la mala calificación que me saqué en Historia.

—¡Julianna! ¡Yo trabajo todo el santo día para darles todo a ustedes, ¿y tú me vienes con una E- en Historia?! —gritaba dentro del auto. Morgan se tapaba los oídos y Oliver tenía puestos sus audífonos para no escuchar los gritos—. ¡¿Qué mierda te he dicho acerca de la escuela primero y dejar la joda y toda la mierda ésa para después?!

—Pero mamá... —intenté explicarle que me esforcé mucho en ese examen, pero ella me interrumpe—.

—¡Nada de peros! ¡Otra mala calificación y olvídate de las salidas! —mamá frena con todo al ver un semáforo en rojo, haciendo que mis hermanos y yo disparáramos para adelante—.

—¡Mamá, eso no es justo! ¡Yo me esforcé mucho en ese examen! ¡El señor Goodman me odia, y tú lo sabes!

—¡No culpes a tu profesor, él sólo puso tu nota! ¡Y por ésta nota, no veo mucho esfuerzo!

Una larga discuta en todo el camino hasta el Bachiller de North Dakota. Una vez que llegamos, mamá despide a Oliver con un beso en la mejilla; éste se lo limpia con la manga de su sudadera azul, mientras que a mí, sólo me dice: "Pórtate bien y no ocasiones problemas". ¿Desde cuando YO ocasiono problemas? Bueno, no es que sea una santita, pero nunca he ocasionado problemas.

Salvo cuando me enfrenté a Francesca, la líder de las animadoras del bachillerato, quién me ha estado molestando sólo por tener apariencia diferente a la de ella. La había golpeado levemente en la nariz porque, en mi defensa, se lo merecía por molestarme desde que la conocí hasta en éstos días.

Bueno... después de ése golpe, comenzamos una enorme pelea memorable para la historia del bachiller y sus estudiantes. Después de éso, me suspendieron dos días y mi madre estuvo a un pelo de enviarme a un internado... como siempre quiso hacerlo para deshacerse de mí de una puta vez.

En fin, mamá arrancó a toda velocidad hacia el colegio de Morgan. Oliver y yo nos encontramos caminando hacia la entrada principal del edificio. Entramos y estaba como era de esperarse: no hay ningún alma dentro. El lugar parecía sombrío, todo oscuro, con las tenues luces del sol reflejándose por los vidrios de las ventanas.

Ni bien Oliver entra se aleja de mí, haciendo pasos sumamente rápidos. Como que yo lo avergonzaría hasta en frente de los supuestos fantasmas que rondan a estas horas por el bachiller. A veces mi hermano suele ser muy estúpido.

—Tranquilo, no pienso avergonzarte en frente de los fantasmas de esta pocilga —dije yo y mi voz hizo eco en todo el pasillo del edificio—.

—Gracias por entenderlo. Ahora, si me disculpas, tengo que reunirme con algunos fantasmas de aquí, así que si no te importa... no te aparezcas cerca mío —ruedo mis ojos—

Mi admirador secreto. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora