Capítulo 11

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Pasó suavemente el transductor por el vientre de la joven en la camilla, y observó la imagen detenidamente.

—¿Son otros sacos?

—Sí —pronunció seria la morena—. Es entendible en su especie que tengan embarazos múltiples. Y al parecer, los embriones tienen actividad cardíaca, pero ella se encuentra en un estado muy delicado. Quizás también sean abortados.

—¿Hay restos del aborto anterior?

—No —le dijo pasando el transductor—. Lo expulsó por completo, pero debemos detener la hemorragia.

Imprimió las imágenes, y luego anotó unas cosas, antes de apagar el ecógrafo.

—Emma ¿Puedes traerme una silla? Por favor —le pidió Corine, mientras le tomaba la presión a la joven castaña.

—Sí —le dijo la enfermera, yéndose para buscarla.

Corine observó a la muchacha, y suspiró. Se veía muy joven, y por lo que había visto en las radiografías, y su propia exploración, ella había sido golpeada intencionalmente.

—Todo estará bien, cariño —le dijo en un tono suave—. Y haremos lo posible para salvar la vida de los tres.

—Aquí tiene doctora, y creo que debería escuchar a su marido. Nosotros seguiremos controlamos los signos de ambos pacientes, pero usted debería irse a su casa y descansar. Recuerde que también necesita ser cuidada —sonrió suavemente la enfermera.

La futura madre sonrió con cansancio y se sentó en la silla, acariciando su vientre.

—Estoy bien, sólo un poco cansada. Muchas horas paradas, y este pequeño, parece que será grande como su padre —sonrió divertida.

—¿Está segura que es sólo un bebé? Su panza se ve mucho más grande que la de otras mujeres en su mismo tiempo de gestación.

—Sí, sólo es un bebé, pero muy grande —sonrió—. Así que espero que tomen rápido otro médico, porque éste pequeño nacerá por cesárea y mi recuperación no será tan rápida como creí.

—Cori —pronunció Fleur entrando en la habitación—. Ya hemos enviado un oficial a Eritma, alguien debe tener que conocerla, tener familia, no sé.

—Sí, seguramente también la estén buscando.

—¿Cómo se encuentra ella?

—Aun sigue dormida, perdió mucha sangre. Estaba embarazada de trillizos, pero sólo expulsó uno de los embriones.

—¿Y los otros bebés están bien?

—Tiene unas seis semanas de embarazo, y aparentemente sí, tienen actividad cardíaca, pero con las hemorragias que ella tiene, no sabemos aún si serán abortados o no. Aunque por su estado actual, lo más probable es que sí.

—¿P-Pero no la están tratando?

—Sí, está con suero, y le estamos suministrando progestágenos, pero... Aunque no se encuentre con contracciones en este momento, su cuello uterino está abierto, por lo que es más que seguro que los expulse en las próximas horas. Si estuviera de unas semanas más, se le podría realizar un cerclaje uterino, para mantener cerrado el cuello.

—¿Y por qué ahora no? Tal vez podrías salvar a los bebés si haces eso.

***

Volver veinte años después a la isla, no había sido como lo imaginaba. Él sentía que seguía siendo el mismo, y eso esperaba también por parte de sus conocidos, que nada hubiese cambiado.

Pero la realidad era otra.

La relación con su familia no era la misma, no se sentía eso que él recordaba. Aunque se notaba que su mamá lo quería, no era el amor que él había conocido.

Y ni hablar con Sula. Sí, era una mujer hermosa, divertida, y la pasaban bien juntos, pero no era lo que él imagina. Sula se había vuelto una mujer muy soberbia y narcisista.

Boit no se sentía cómodo viviendo en Eritma, al final, los años pasaron y él seguía siendo el extranjero para todos, el extraño... Era un humano más.

Vivía en la casa de Sula, dormía con ella, y tenía una especie de relación. Pero el castaño no sabía realmente que sentir. La quería, era preciosa, pero se sentía vacío cuando estaba con ella.

Boit estaba jugando con Hammie, cuando vio a unos oficiales llegar a la tribu, hablando con las personas que se acercaban a ellos.

Y por pura curiosidad, el muchacho se acercó, para saber de qué se trataba.

—Sí, una muchacha castaña, de tamaño pequeño, pasaría por humana por su estatura. Sabemos que es de aquí porque tiene orejas y cola.

—No, ninguna mujer embarazada ha salido de nuestras tierras —le dijo una mujer seria—. Ellas siempre son las más protegidas por nosotros, y son resguardadas.

—Entonces quizás sea una muchacha que hayan tenido cautiva y quiso huir ¿Alguna mujer de las características que he dicho ha desaparecido?

—No, hace mucho tiempo, gracias a Kanat'ma, nuestro pueblo no ha sufrido de secuestros.

—Kiha —pronunció aturdido el muchacho—. Kiha no vive hace dos años aquí, y es una mujer pequeña y castaña. Ella tiene en el vientre cuatro cicatrices, producto de un zarpazo reciente.

—Sí, ¿Tú sabes quién es?

—Por supuesto que sí ¿Cómo está ella? ¿C-Cómo... Cómo es que ésta embarazada?

—¿Tiene familia aquí?

—Sí, iré a buscar a sus padres —le dijo la mujer, dirigiéndose a la casa de los progenitores de la jovencita.

—Quiero verla, iré con ustedes —pidió Boit, desesperado, aturdido.

***

Estaban trasladando al muchacho que había llegado en la mañana hacia la central de la isla, dónde lo podrían tratar y realizarle exámenes más complejos para conocer su estado.

—¿Qué le pasó a esta chica? —pronunció una rubia, tomando la historia clínica.

—Llegó esta mañana, unas horas después que el muchacho —explicó un enfermero—. Está embarazada, y sufrió un aborto, debido a un trauma externo por golpes. Aparentemente fue golpeada, y abandonada cerca de las costas de la tribu del norte.

La médica que llegaba del centro, miró con el ceño fruncido al enfermero, y luego continuó leyendo lo que decía en la historia clínica, observando las ecografías.

—¿No dijiste que sufrió un aborto? ¿Por qué no le realizaron un legrado?

—Los dos embriones restantes tienen actividad cardíaca, y la doctora Corine consideró tratarla con progestágenos para intentar salvarlos.

—¿El cuello está abierto?

—Sí, pero-

—Entonces sólo están perdiendo tiempo —lo interrumpió—. Y poniendo en riesgo a la paciente. Debe realizarse un legrado y suministrar antibióticos ¿Qué otras pruebas le han realizado?

—Pero la doctora Corine-

—Corine no está acá, y yo estoy a cargo ahora. No pondré en riesgo la vida de una mujer joven, por dos embriones de seis semanas —le dijo en un tono molesto—. Procederemos como he dicho, preparen la sala luego de que se lleven al otro paciente.

El enfermero la miró con molestia, y asintió con la cabeza. Corine era la encargada del hospital ambulatorio, y no le parecía correcto pasar por encima de sus órdenes.

...

KihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora