Llevaba varios días sintiéndose mal, con náuseas, dolores de cabeza, y hasta había tenido fiebre. Y no le había tomado importancia, como había estado haciendo, si no fuera porque al ir al baño aquella mañana, al limpiarse había visto sangre.
Aquello realmente la había asustado, porque sabía que no era algo normal, por lo que se había bañado para irse de inmediato al hospital.
—Señorita Kiha —habló el conserje, al verla bajar a la recepción—. Recuerde que hoy es el último día de pago.
—¿Qué? —le dijo confundida.
—Hoy es el último día de pago de alquiler. Boit era quien pagaba todos los meses, pero desde hace semanas no lo he visto por aquí, es por eso que se lo notifico a usted.
Ella asintió con la cabeza, y luego salió, sin saber que hacer. No trabajaba ¿Cómo iba a tener dinero para pagar el alquiler?... Boit era quien se encargaba de eso.
Respiró profundo, y dejó aquello de lado, pensando que lo más importante en ese momento, era llegar al hospital para que la viera la doctora.
Boit había alquilado aquel departamento porque sólo quedaba a una cuadra del centro de salud. Él quería estar lo más cerca posible, luego de la pérdida de los bebés, en caso de que ella tuviera una recaída, después del alta.
Se registró, y esperó en la sala de espera a que la médica la atendiera. Al parecer, no estaba la primera doctora que la había recibido aquella vez, ya que estaba de licencia por maternidad.
Y luego de varios minutos, una mujer rubia, de aspecto serio, abrió la puerta de su consultorio, nombrándola.
—Toma asiento —le dijo tomando una planilla, llenándola—. ¿Qué tienes? ¿Por qué has venido?
—Yo... Yo no me he sentido muy bien hace unos días —pronunció insegura—. He estado con muchas náuseas, dolores de cabeza, y ayer tuve fiebre.
—¿Tuviste más síntomas además de esos? —le inquirió anotando todo.
—Sí, es por eso que vine. Esta mañana luego de orinar, había sangre.
—Está bien. ¿Has tenido relaciones sexuales recientemente?
—Sí...
—¿Te has cuidado?
—No, no estoy en celo.
La rubia dejó de escribir, y la observó con una ceja arqueada.
—El celo sólo hace que el embarazo sea certero, a menos que el macho con el que estés no pueda tener hijos. Tú debes cuidarte siempre que tengas sexo, sin importar si estás en celo o no. No evitas sólo un embarazo por usar preservativos, sino también enfermedades. Además, puedes ovular de todos, sin notarlo. No suelen ser óvulos viables, pero puedo pasar que tengas la mala suerte de que sí ocurra.
—¿Ocurra que?
—Un embarazo. Ustedes realmente son diferentes a las humanas, recién estamos aprendiendo a tratarlas, conociendo a prueba y error como funciona su fisiología. Pero ya han habido embarazos fuera del celo, en hembras Kanatitas. Te haré una revisión ahora, detrás del cambiador hay ropa cómoda para que te pongas. También te haré un pedido de análisis de orina y sangre, para descartar cualquier tipo de patología —explicó, ante la aturdida mirada de la joven castaña—. Y una ecografía de abdomen.
***
Llevaba varias semanas viviendo allí, y no creyó que fueran a recibirlo tan bien. Especialmente, porque no era uno de ellos. Pero por lo que había aprendido, allí vivían todos los machos solteros.
Era una gran comunidad de hombres de diferentes edades, que se cuidaban entre ellos y compartían todo lo que podían cazar. No iba a negar que los primeros días habían sido difíciles, y creyó que nadie podría entenderlo.
Pero al parecer, no era el único macho rechazado. Y al contrario de lo que había creído, que se burlarían de él por ser débil, había encontrado contención.
En la noche solían reunirse alrededor de la fogata, y contar anécdotas, o historias, que a Boit lo hacían sentir más cerca de su hogar. Había aprendido más de la historia de Kanat'ma en tres semanas viviendo con ellos, que en diez años en Eritma.
Hasta a Hammie lo habían adoptado, ahora era la mascota mimada del grupo... Jamás creyó que el cachorro se podía poner tan gordito en tan poco tiempo.
La tribu de machos, definitivamente, era su hogar. Allí no habían distinción de raza, eran todos iguales, y todos trabajan en lo que se destacaban y eran buenos, sin menos preciar sus capacidades o habilidades.
***
Tres horas había perdido en el hospital, entre la espera para realizarse los análisis, y luego de habérselos hechos, conocer los resultados de algunos. Ya que otros llevaban más tiempo.
Volvió hacia el consultorio de la doctora, y esperó a que atendiera al paciente que había entrado antes que ella. Y la joven castaña ya comenzaba a sentirse mal nuevamente.
Náuseas, dolores de cabeza, y se había tenido que sentar, al sentirse mareada. Kiha sentía que era porque no había desayunado. Ella prácticamente se había ido al hospital luego de despertar.
—Okay, déjame ver esto —le dijo la rubia, tomando los resultados.
Los leyó, y luego miró con el ceño fruncido a la joven castaña.
—¿Quieres sentarte?
—¿Por qué?
—Te ves algo pálida —le dijo buscando algo en la gaveta de su escritorio—. Ten, come esto.
—¿Qué es?
—Es simplemente una barra de cereal.
Kiha se sentó frente a ella, y abrió el envoltorio, dándole una mordida.
—Estás un poco anémica, te daré un suplemento vitamínico, y las instrucciones de cómo debes tomarlo. Con estas píldoras —pronunció escribiendo—. No hacen falta que tomes vitaminas prenatales, ya que funcionan del mismo modo.
—¿Q-Qué?
—Tanto el resultado de orina, como el de sangre, dieron positivo, estás embarazada —explicó buscando en su armario las pastillas, junto al hierro—. Lo bueno es que no tienes ninguna enfermedad, más que un poco de anemia. Pero de todos modos quiero que vengas la semana próxima, o antes, si es que sigues con sangrado.
Le entregó ambos frascos, y Kiha no podía salir del desconcierto.
—Te haré una ecografía para saber de cuánto te encuentras aproximadamente, ya que es imposible saberlo de otro modo, ustedes no tienen menstruación. Puedes acostarte en la camilla, regreso en un momento.
El ruido de la puerta al cerrarse, la trajo de vuelta en sí. ¿Embarazada?... ¿De quién?
...