Aunque Kiha había querido irse hacia la selva, Boit había insistido en quedarse unas semanas en el hotel, hasta que ella estuviera mejor de salud.
Era la primera vez que la joven castaña estaba en una casa "humana", y todo le resultaba muy extraño y curioso. Especialmente todos los artefactos y electrodomésticos.
Y el que más la entendía en ese momento era Hammie, que estaba olfateando su nuevo hogar momentáneo. Boit los observó a ambos, y sonrió suavemente, cerrando la puerta.
—¿Qué te parece?
—Extraño.
—Sí, sé que te parecerá extraño y nuevo, pero créeme, las cosas son más sencillas así. Ven —le dijo caminando hacia la cocina—. Esto de aquí es el grifo de agua, cuando tenga sed, sólo giras esto, y sale agua.
Kiha inclinó levemente la cabeza hacia un lado, y observó sorprendida lo que Boit hacía. El castaño fue hasta la encimera, y la encendió, ante la exclamación de asombro de ella.
—Y aquí podemos cocinar.
—¿Eso es fuego?
—Sí —sonrió—. Ven, vamos a ver la habitación.
Kiha lo siguió por detrás, y cuando Boit abrió la puerta, observó una gran cama matrimonial en medio, con una mesa de noche a cada lado.
Al entrar, miró un armario que estaba detrás de la puerta, y un ventanal que ocupaba media pared, dando vista hacia el lado este de isla.
—¿Te gusta?
—Esto es muy lindo, y limpio —le dijo acercándose a la cama.
Se sentó y luego se acostó, cerrando los ojos. Aquella cama se sentía muy bien, suave, mullida. Sí, podría dormir muchas horas en ella.
***
—Hammie.
El cachorro que ya estaba más grande, fue hasta la cocina al escuchar que Boit lo llamaba.
—Sentado.
Y obedeciendo su orden lo hizo, mirando expectante que Boit lo recompensara. El muchacho sonrió y le arrojó un trozo de carne, que tenía un hueso.
—Buen chico —le dijo antes de continuar con el almuerzo para ambos.
Kiha se había quedado en la habitación, descubriendo la televisión. Pero media hora atrás, cuando había ido a preguntarle si necesitaba algo, la había encontrado dormida.
Dio vuelta uno de los filetes, y luego revisó el arroz. Ella debía alimentarse mejor, y más variado. La doctora le había dado una dieta para que llevara durante algunos días, sin contar con las vitaminas y hierro.
Destapó una cacerola donde estaba preparando unas verduras al vapor, y al comprobar que no les faltaba mucho, se dispuso a preparar la mesa para ambos.
Cuando terminó, fue hasta la habitación, observando con una suave sonrisa a la castaña dormir, abrazando una almohada, y con una de sus manos en su vientre.
Sabía que dolía, pero no quería pensar en eso, sólo que en un futuro, podrían volver a intentarlo... ¿Volver a intentarlo? Ellos no eran pareja para pensar de ese modo, se recordó extrañado.
Se sentó en la cama y se inclinó hacia adelante para tocarle uno de sus hombros.
—Kiha, la comida ya está lista. Debemos comer ahora, en una hora te tocan los antibióticos.
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