—Muy bien, ya puedes acostarte —sonrió.
Kiha entró a la cabaña, y miró sorprendida como la había acomodado. En muy pocas horas, no sólo había arreglado las imperfecciones más visibles, sino que también le había hecho una especie de armario.
Al abrir las puertas, tenía varios estantes donde ella podría guardar su ropa, y pertenencias. Y arriba del mismo, que estaba junto a la cama, había una lámpara de aceite.
—Creo que ha quedado bastante bien —sonrió, orgulloso por su trabajo—. Mañana haré una puerta en esta pared de aquí, y haré otra habitación a lado, que usarás de baño.
—Gracias Boit, tú... Estás haciendo tanto por mi.
—No es sólo por ti, es por la bebé también. Bueno, te daré tu espacio —sonrió suavemente, caminando hacia la puerta—. Si necesitas algo, avísame.
—¿A dónde vas?
—Estaré afuera.
—No ¿Por qué? Boit, puedes dormir aquí también. Trabajaste tanto, que no es justo que duermas afuera.
—Estoy acostumbrado a hacerlo. Descansa, y no importa la hora, si necesitas algo llámame —le dijo antes de salir, cerrando la puerta.
La castaña observó insegura la puerta, y luego se acostó, tapándose con las mantas. Y que bien se sentía volver a dormir en una cama, suave y caliente.
Cerró los ojos, y acarició suavemente su panza. Su hija y ella ahora estaban seguras, ya no debía preocuparse por dormir, y que alguien o algo, pudiera hacerles daño.
Afuera de la cabaña, Boit se acostó en un catre que se había hecho con algunos troncos viejos, y Hammie a su lado, encima de unas mantas. Ambos junto a la fogata.
Acarició suavemente la cabeza del perro, mirando las estrellas. La pregunta de Fasu-hi lo había dejado pensativo. Y la verdad que él no recordaba bien cuando había sido la última vez que habían tenido sexo, después de cuatro meses, no podría recordarlo.
Pero si Kiha estaba embarazada, era obvio que fuera de él ¿De quién más si ella sólo había estado con él?
***
—Dos meses después—
Observó la cuna, y sonrió. Sí, no era por ser presumido, pero le había quedado muy bien. Durante toda su vida creyó que su vocación era cocinar, pero ahora había descubierto que la carpintería se le daba muy bien.
Cada vez faltaba menos para que la pequeña naciera, y ellos ya casi tenían todo preparado para su llegada. La semana anterior había ido hacía el asentamiento, que estaba a unos kilómetros de dónde él vivía, para buscar cosas para la niña.
El asentamiento central de la isla, le quedaba mucho más cerca que el hospital ambulatorio, por lo que ahora Kiha llevaba su control allí.
Y de cierto modo, a Boit le daba más tranquilidad. Los equipos eran más actualizados y precisos, y la ambulancia llegaría más rápido en caso de necesitarla.
Se giró, y miró a Kiha, que estaba sentada en la hamaca, comiendo frutas mientras jugaba con su celular. Otro de los beneficios de vivir cerca del asentamiento central, que la señal llegaba hasta allí.
La cobertura no era buena cuando habían llegado, incluso Boit no sabía que la señal llegaría hasta allí. Pero durante esos dos meses que habían pasado, habían puesto más antenas. Y además, les habían asegurado que pronto habría electricidad.