Capítulo 21

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Observó la ecografía, y sonrió suavemente. Su pequeña tenía alrededor de cuatro meses, pesaba casi doscientos gramos, y media unos quince centímetros.

Y no podía sentirse más que feliz, emocionado. La niña se encontraba muy bien, sana y fuerte. Kanat'ma le estaba dando una nueva oportunidad para ser padre.

Observó a Kiha, ella iba callada en el auto, mirando por la ventanilla. Desde que habían salido del hospital, la joven no había dicho nada. La notaba ausente, pensativa.

—Kiha.

—¿Hm?

—Antes de venir aquí hablé con unos amigos. Ellos me dijeron que no podemos quedarnos en la tribu, ya que sólo es para machos. Pero me dieron la opción de llevarte a la tribu de hembras, o bien, que ocupáramos una de las casas del asentamiento de parejas. No serán utilizadas hasta la Kok'ta Kanat'ma, así que, tendríamos unos meses para buscar algo donde vivir definitivamente. Claro, a menos que quieras ir con las mujeres.

—No... Prefiero quedarme contigo.

—De acuerdo —sonrió—. Te molesta si... ¿Tocó tu panza?

Ella lo miró y negó con la cabeza, sintiendo sus ojos humedecerse, al ver la expresión de él, de ilusión pura.

—Hola pequeña —habló en un tono suave—. Al fin podemos conocernos, bueno, sólo mi voz por ahora —rio bajo—. Pero estoy muy emocionado porque nazcas, y poder cargarte.

Acarició suavemente la panza de ella, y sintió una calidez en el pecho, una sensación, que hacía mucho creyó que no volvería a experimentar.

—Todo estará bien, Kiha —sonrió mirándola a los ojos—. Ya escuchaste a la doctora, la niña está bien, no te que preocuparte por nada.

***

Llegaron hasta el asentamiento para parejas, y Boit buscó la cabaña que le habían dicho que podían ocupar. La miró curioso, era diferente al resto, pero le agradaba que estuviera alejada de las demás.

Abrió la puerta, y observó el interior. Era como le habían dicho, sólo una habitación para que pudieran dormir. El resto de las tareas, deberían realizarla afuera.

—¿Quieres sentarte bajo ese árbol? Limpiaré la cabaña antes de que ingreses.

—Puedo ayudarte, no sería ningún esfuerzo para mí.

—Lo sé, pero prefiero que hagas reposo.

Abrió las ventanas, y comenzó a sacar todo afuera, para poder quitarle el polvo, y limpiar. Kiha lo observó en silencio, y luego acarició suavemente su vientre, al sentir hambre.

¿Cómo le contaría la verdad ahora? Él se veía tan motivado, tan ilusionado, que no quería romper su ilusión. No sé sentía con el derecho de quitarle aquella sonrisa del rostro.

Y su hija también necesitaba un padre, un hombre que sí la amara, la aceptara y protegiera. Y sabía que ese podía ser Boit, que él... Si sería un buen hombre para hacerlo.

Cerró los ojos, y se recostó contra el tronco del árbol. ¿Podría ocultarle a Boit la verdad? Giel sabía que no iba a volver, y por más que volviera a cruzárselo, era un imbécil que no iba a aceptar que la niña fuera suya.

Sintió que alguien le estaba tapando el sol, y al abrir los ojos, se encontró con Boit, sonriéndole.

—¿Estás muy cansada? Mira, creo que puedo hacerte una cama colgante con esta tela. De ese modo podrás descansar un poco, hasta que termine. ¿Tienes hambre? ¿Sed?

KihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora