[5] SURVIVOR » Steve Rogers

PRÓLOGO

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PRÓLOGO

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"Señorita Walker, el mejor Walker, sin duda.  Si encuentras esta grabación, no la subas a redes sociales porque es demasiado trágica, no sé si alguna vez la veas, ni siquiera sé si estás... ay, espero que sí. 

Hoy es el día ¿veintiuno? No, veintidós. Si no fuera por el gran terror existencial de mirar literalmente el vacío del espacio, diría que me siento un poco mejor. La infección ya cedió, gracias a la villana azul que está ahí. Ay, te encantaría. Se parece mucho a Jones, es muy práctica y sólo un poquito sádica. 

Las celdas de energía se dañaron en la batalla, descubrimos cómo revertir la carga iónica y conseguimos 48 horas más de tiempo de vuelo...  pero ahora estamos a la deriva, a mil años luz del Seven Eleven más cercano. El oxígeno se acabará mañana temprano, y tan tan.

Trish, no te sientas mal por esto, si quieres llora un par de semanas y luego con gran culpa sigue con tu vida. Podrás casarte con ese galán del noticiero matutino que tanto te gusta.

Tal vez deba descansar un minuto, dormir un poco, pero te aseguro que cuando me quede dormido será como todas las noches... Voy a soñar contigo, porque siempre te pienso".

El holograma desapareció, dando fin al mensaje. 

—Está vivo —suspiró Trish con alivio, las lágrimas se aglomeraron en sus ojos. 

Rhodey se acercó a ella, poniendo una mano en su hombro para reconfortarla. 

—¿Tenemos las coordenadas? —preguntó Steve mirando hacia Rocket—. Rocket.

—Ya te escuché, guapo —replicó el mapache antes de subirse a la mesa de un salto y señalar un punto dentro de un mapa del espacio.

—Danvers, ¿puedes llegar a él?

—Ahora mismo —respondió sin dudar y sin esperar alguna señal, salió de la sala de reuniones con dirección a la puerta al exterior.

Viendo que sólo podían esperar, todos empezaron a despejar la sala. 

Steve se dejó caer en el sofá y suspiró, rogando internamente que no fuera demasiado tarde y Tony volviera sano y salvo.

—Te ves terrible, tranquilo, Tony estará bien —susurró Natasha a su lado. 

Él atinó a apretar sus labios y mirar hacia el suelo. 

—No es por Tony, ¿verdad? —suspiró la rusa—. No has hablado de ella desde lo que pasó, a mi también me duele que se haya ido. Era mi gran amiga —confesó con una sonrisa triste, apoyándose en el fuerte hombro de Steve.