Capítulo 12

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CAPÍTULO 12

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En un abrir y cerrar de ojos, el portal se abrió y el equipo se encontró de pie en la plataforma. Los trajes cuánticos hechos de nanotecnología desaparecieron, dejando a Steve con su uniforme robado de los años 70. 

—¿Las tenemos todas? —preguntó Hulk a su derecha.

—¿En serio funcionó? —Rhodey rió.

Se giró a su izquierda, vio a Sarah parada a su lado. Sin embargo, fue solo un segundo antes de que ella comenzara a temblar y cayera de rodillas. Estaba tan pálida como un fantasma, Steve fue rápidamente a su lado.

—¿Dónde está Nat? —preguntó Clint al notar la ausencia de su amiga. 

Sarah no respondió pues estaba mirando hacia abajo, apretando algo fuertemente en sus manos.

—Sarah —llamó Steve, colocando una mano firme entre sus omóplatos.

El tacto pareció empezar a despertarla de su shock. Ella miró a Steve con la cara rígida; él sabía lo que significaba, pero esperó a que ella hablara, esperando desesperadamente que hubiera una explicación diferente, tal vez todavía estaba allí afuera. Cuando Sarah mantuvo contacto visual con Steve, con lágrimas en los ojos, Steve bajó la cabeza.

—Lo intenté —dijo, su voz era apenas más fuerte que un susurro—. Juro que traté... —se tragó el nudo en su garganta. Su cara se arrugó en un doloroso ceño fruncido y apretó la gema con fuerza. Sus ojos ya no podían contener sus lágrimas. Eran silenciosas pero le robaron el aliento de los pulmones y las palabras de su boca.

A lo lejos pudo escuchar un golpe en la plataforma y una maldición de Barton.

—Debería haber sido yo —Ella no pudo hablar más; ni siquiera podía moverse de la plataforma sin ayuda. Se puso de pie, tambaleándose en su lugar, antes de que Steve la tomara suavemente del codo y le ayudara a bajar.

—Steve... —llamó Tony.

—Lo tengo —respondió el soldado tranquilamente.

Tony suspiró y se hizo a un lado para dejar que Steve se llevara a su hija. El resto observó en silencio.

Para Sarah el mundo era un borrón de nada. No había sonido, ni luz; sin color. Ella estaba entumecida por todo el dolor en su corazón. Era el mismo sentimiento que tuvo cinco años atrás cuando presenció como su madre se convertía en nada más que polvo.

Apenas se dio cuenta de que su padre la llevaba a su habitación y la sentaba al borde de la cama. Ella realmente no notó nada hasta que él se arrodilló ante ella y comenzó a sacar la piedra de su mano.

[5] SURVIVOR » Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora