[5] SURVIVOR » Steve Rogers

Capítulo 5

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CAPÍTULO 5

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Steve sabía que ser padre soltero sería una tarea difícil y más si se trataba de una niña que crecía más rápido de lo normal. Felizmente tenía a Natasha de su lado para ayudarlo con asuntos netamente femeninos. 

Sarah desde muy temprano empezó a dar señales de valerse por sí misma, era muy habilidosa, atenta, inteligente y tenía la capacidad de defenderse sola gracias a sus poderes. Sin embargo, después de la perdida de su madre, ella siempre prefería estar acompañada de papá.

Tal vez fue por eso que ignoró esos pequeños cambios en ella.

A sus ojos, Sarah seguía siendo su inocente y pequeña niña.

Estaba molesto, asustado, sobre todo muy decepcionado.

—Buenos días, papá —saludó Sarah tímidamente—. ¿Necesitas ayuda o...?

Steve negó moviendo la cabeza y señaló la barra de la cocina—. Siéntate ahí, tenemos que hablar —ordenó.

Sarah bajó levemente la cabeza y se sentó en una de las bancas. Observó en silencio los movimientos de Steve mientras hacía el desayuno. Cuando su padre puso frente a ella un sándwich de queso derretido, no pudo evitar sonreír levemente.

El desayuno pasó silenciosamente.

Ninguno de los dos se había sentido antes tan distantes del otro. 

—Gracias...

—¿Porqué me mentiste? —soltó directamente. 

Ella miró la expresión severa en su rostro, eso sólo la hacía sentir peor. 

—Perdóname, sé que lo arruiné, yo... yo... —tartamudeó, al no poder seguir apretó los labios.

—¿Porqué? —volvió a decir Steve.

—Sólo quería tener un amigo...

Sarah jugó nerviosa con sus manos, pasando su pulgar sobre la estrella en su muñeca. Steve cerró los ojos, suspirando bajo y negó moviendo la cabeza. 

—Tal vez Evan era agradable, pero se metió con la gente equivocada y te involucró en eso —llevó una mano al mentón de su hija para mirarla a los ojos—. Él no era una buena influencia. Me mentiste y desapareciste en medio de la noche, ¿sabes lo asustado que estaba?

—Tienes razón, pero yo sentí que Evan realmente quería ser mi amigo, él era muy agradable conmigo —defendió fervientemente y luego bajó la voz—. No suelo agradarle a mucha gente.

—Porque no te conocen de verdad —afirmó—, y cuando lo hagan te amaran. 

—¿Cuándo pasará eso?