[5] SURVIVOR » Steve Rogers

Capítulo 17

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CAPÍTULO 17

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Planearon la boda en dos meses. Fue un torbellino, más por el lado de Sarah quien parecía ser la más emocionada por la boda, porque Jessica y Steve eran demasiado tranquilos. Trish los había ayudado, incluso permitió que la cabaña Stark fuera el lugar de finales, sino también para comienzos.

Un lugar para recordar el pasado y celebrar el futuro.

Sarah había hecho gala de su buen gusto al armar las cosas. El lugar se veía hermoso. Dos hileras de flores y pequeñas linternas blancas marcaban el pasillo que conducía desde la cabaña hasta la orilla del lago.

Jessica se tambaleó en sus tacones. Trish trató de esconder su sonrisa. Su hermana nunca había sido muy elegante.

—Besaré el piso antes de mi esposo, genial —se quejó Jessica debido al dolor que provocaba usar zapatos nuevos.

—No seas paranoica, no te caerás. Tienes buenos reflejos, ¿no es así? —Trish se encogió de hombros,mientras ponía uno de sus propios pendientes en las orejas de su hermana. Había dejado el luto hace muchas semanas atrás y llevaba su vestido azul de dama de honor.

—¿No puedo simplemente usar botas como siempre?

—No, absolutamente, no —negó Sarah tajante, terminando de acomodar el velo—. Te ves perfecta, de verdad.

Jessica tenía ganas de replicar, sin embargo, no podía negarle nada a su hija. Incluso le había dejado elegir el vestido. Fue un alivio cuando Sarah coincidió en que debía llevar el cabello suelto y no escogió un vestido espectacular, aunque eso no significaba que no fuera bonito.

Ella resistió el impulso de frotarse la cara para quitarse el maquillaje que habían utilizado para disimular sus ojeras.

—Tú te ves preciosa.

El vestido verde limón y el maquillaje del mismo color le quedaba muy bien. Alrededor de su cuello estaba el delgado collar de flecha plateada el cual había visto en Natasha. 

Jessica aún se preguntaba de quién había adoptado aquel estilo tan llamativo, puesto que Steve y ella eran más discretos. Tal vez solo era reflejo de su personalidad brillante. 

—¿Por qué estás tan nerviosa? —preguntó la pequeña Rogers.

Jessica bufó—. No estoy nerviosa.