[5] SURVIVOR » Steve Rogers

Capítulo 2

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CAPÍTULO 2

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5 AÑOS DESPUÉS 

Sarah tragó en seco y acomodó uno de sus mechones detrás de su oreja, antes de cerrar firmemente su mano en la barra.

—...y grand, port de bras hacia delante.

La maestra se paseo por el gran salón, mirando los veinte bailarines entre hombre y mujeres, que se apoyaban en las barras para completar el ejercicio. Brittany Brooke era una mujer delgada, esbelta como una bailarina de ballet debía ser, su cabello azabache amarrado en un moño alto y sus ojos verdes daban una mirada gélida, la cual advertía que no aceptaría ningún fallo.

—Vamos a añadir pique al grand battement. En croix, ¿listos? —anunció—. Siete, ocho. Al frente, a un lado, atrás... a un lado. Que sea suave y controlado, no ganas puntos por distancia —advirtió.

Sarah inhaló un poco de aire y evitó mostrar alguna reacción. Por alguna razón, cualquier crítica o comentario, lo sentía como una indirecta hacia ella pues hacía unas pocas semanas atrás empezó a tomar clases en esa academia y abandonó las clases particulares en casa. Tenía la ardua necesidad de comparar su progreso ante otros, y aunque su padre dijera que no era necesario. Los comentarios de la maestra Brooke sólo le daban la razón. 

—Spot, Sarah —le indicó, siguiéndola de cerca examinándola con ojo crítico—. Concéntrate en un punto, mantén el giro, hombros hacia abajo. ¿Estás cansada? ¿Quieres sentarte un rato? 

En respuesta, siguió girando y apretó el vientre, se irguió un poco más para evitar perder la compostura. La maestra le sostuvo la mirada y finalmente sonrió, casi pareciendo complacida.

—Bien, señores. Nos vemos la próxima semana.

Sarah suspiró aliviada, jaló su bolsa de deportes y caminó hacia los baños para cambiarse.

—Sarah, las chicas y yo iremos por unas malteadas. ¿Quieres venir? —preguntó Mandy, una de las pocas chicas con las que cruzaba palabra.

El rostro colorado de Mandy hacía juego con su cabello rojo y las pecas esparcidas desde sus mejillas hasta el cuello bajando por su escote.

Sarah a penas volteó a mirar a su compañera antes de darle la espalda y ponerse la chaqueta de mezclilla negra. —No, papá vendrá por mi —respondió mientras guardaba sus zapatillas en su bolso y terminaba de amarrar los cordones de sus tenis.

—Bueno, esta bien —respondió de mala gana, volvió con sus amigas y estás empezaron a susurrar.

—No entiendo porque insistes, es un bicho raro...