Epílogo

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EPÍLOGO

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La habitación era muy bonita, lo mejor que podías esperar de un consultorio. La mirada de Sarah se concentró en el ramo de flores blanca en una pequeña mesa cercana a su asiento. A pesar que el Doctor Fennhoff le había dicho que se relajara, ella había mantenido su posición recta en el sofá, simplemente cambiando de vez en cuando la posición cruzada de sus piernas.

—¿Cómo estuvo tu semana?

Siempre empezaban así, hablando de cualquier otra cosa como la escuela, sus padres y sus amigos. Fue sincera al decir que aún lloraba la perdida de personas preciadas, pero no había forma que contara a detalle lo que le había pasado. Aunque existiera la confidencialidad de doctor/paciente.

—A veces para dejar ir un mal recuerdo debes hablar con otros sobre eso. ¿Lo has hecho?

Sarah negó.

—¿Por qué?

—Mis padres están felices con mi nuevo hermano. No me gustaría que se preocupen más —respondió jugueteando con sus manos.

—¿Qué hay de un amigo? ¿Qué hay de Peter?

La rubia sonrió ante el recuerdo de aquel chico castaña y de habla nerviosa, pero su sonrisa cayó poco a poco.

—Ambos sufrimos perdidas, no quiero que también cargue conmigo. Temo que salga lastimado.

—Es compresible.

—¿Por qué todo lo que hago es comprensible?

El hombre de barba sonrió y se acomodó los lentes—. Digo que está bien, Sarah. Le importas y creo que él también te importa. Igual que a tus padres. Ellos no te sentirán como una carga, al contrario, querrán ayudarte y eso está bien porque eso es lo que haces cuando amas a alguien ¿No lo harías tú?

Sarah suspiró y se inclinó nuevamente para tomar agua. Fennhoff siguió sus movimientos, notando el constante movimiento del pie de la muchacha.

—¿Qué no me estás contando?

Sarah rió—. No quiero dejarla ir.

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Tal como habían quedado semanas atrás, Strange los estaba esperando y por la expresión de su rostro, estaba claramente molesto porque tuvo que esperar.

—Correcto —suspiró, Strange entrecerrando los ojos—. Empecemos. Tengo otros asuntos que atender.

—Déjame adivinar, ¿una fiesta para niños? —bromeó Jessica sacando una pequeña risa a su hija. Steve lanzó una mirada a su dirección—. ¿Qué? A mi me gustaban los animales de globos y el conejo en el sombrero. 

[5] SURVIVOR » Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora