Razón #5: Sabes cómo hacer que una se sienta bien consigo misma.

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Resulta que estoy a punto de suspender Lenguaje de señas. Esto es fan-mierda-tástico. La señorita Choi me dio un manojo de mierda extra sobre la que trabajar y me dijo que prestara más atención a mi compañera de señas porque ella sabe lo que está haciendo. Supongo que ahora Jennie no es sólo mi gurú en el amor...ahora también es mi tutora.

Tal vez me enseñará a decir "Que te jodan" en lenguaje de señas.

-Oye, ¿mamá? - grito desde la puerta principal. Arrojo mi mochila adentro, pero mantengo mi cuerpo afuera.- Voy a la biblioteca por un rato. ¿Está bien?

-Sí. Que te diviertas. ¡Y lleva tu celular!

-Ya lo tengo.

Cerrando la puerta, saco el teléfono para asegurarme que está en silencio. Creo que esa es una de las reglas para ir a la biblioteca.

Tengo un texto de Jennie. Mi estómago gruñe, pero lo relaciono más por mi falta de alimentos, que al hecho de haber visto su nombre en mi celular. ¿Por qué demonios eso haría apretar mis entrañas?

/Hola. No estoy en casa todavía. Tuve que caminar porque mi mamá olvidó buscarme. Pero te mandaré un mensaje cuando llegue./

Eso no está bien. Mamá nunca quiere ir a buscarme, así que sólo tomo su coche. Ella no se preocupa, la mayor parte del tiempo.

Hago clic en "responder" y escribo tan rápido como puedo, lo que honestamente no es muy rápido.

/¿Dónde estás? Iré a buscarte./

Ni dos segundos después, su texto vibra en mi mano. Es buena en todo, lo juro.

/Apenas salí de la escuela. No te preocupes por ello. No vivo lejos./

Niego con la cabeza.

/Voy en 1 segundo./

Sí, vive a unas cuadras de distancia, pero hace malditamente frío. No llueve, pero hace frío. Y ella no llevaba una chaqueta hoy. Al menos no la noté. No es que la haya estado mirando ni nada.

No soy normalmente una conductora rápida. Tomó un boleto y toda una semana de conocimientos básicos para sacarme de ese hábito. Pero por alguna extraña razón cincuenta kilómetros por hora no es suficiente, y salgo disparada hacia la escuela en sesenta y cinco.

Esa chica loca cree que puede caminar en ese estado y para ella no es la gran cosa. Finalmente la distingo temblando terriblemente. Se acurruca contra un libro, su bolso de peluche tirado en la mitad de su cuerpo hacia abajo, así que se ve torcida.

Sin embargo sonríe. Linda.

Gah, esa palabra otra vez. Ya basta, Lisa.

-Oye.- le grito por la ventana mientras me detengo.- Entra.

Una oleada de alivio se apodera de su rostro, y mi corazón hace un ruido sordo cuando se deja caer en el asiento del copiloto. Huele a brownies de menta-chocolate y mi boca se hace agua. Eso nunca ha sucedido con nadie más que Rosé.

Raro.

-Está bien, s-sé que d-dije que no era un gran problema, p-pero ¡oh, Dios mío, g-gracias! -castañea.

-Ten.- le digo inclinándome y presionándome sobre el asiento para más calor. Estoy casi encima de ella antes de recordar su personalidad "no tocar". Su inhalación brusca es toda la señal que necesito para saltar de nuevo a mi asiento. ¿Qué me pasa?

-Eh...- mierda, momento idiota...de nuevo.

Sonríe y se pone el cinturón de seguridad con los dedos temblorosos, y luego los mete debajo de su trasero.- Ah- suspira.- Perfecto. Gracias.

Razones por las que me enamoré de ti. [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora