Me encontraba volando con mi prometido desde Buenos Aires hacia Cancún. Debería sentirme muy emocionada por este viaje, pero al contrario me sentía decepcionada. Mi relación con Matteo estaba pasando por una fuerte crisis, cosa que no debería suceder estando a meses de pisar un altar para unir nuestras vidas por siempre. El me propuso tomar un viaje a su lado para revivir la llama del amor y así poder conectarnos de nuevo. ¿Pero justo tenía que elegir Cancún como nuestro destino? No me lo tomen a mal se ve que es un lugar precioso, pero Matteo siempre se encontraba en esa ciudad por viajes de negocios. Yo pensaría que tal vez quisiera ir a un lugar distinto y nuevo. Hemos tenido varios enfrentamientos a causa de esto y aun montados en el avión seguíamos discutiéndolo.
—¿Te puedes calmar un poco Ambar? Siempre te estas quejando porque no pasamos el tiempo suficiente juntos y ahora que planeo una escapada para los dos, te escuchas y te ves miserable. Te juro que no te entiendo.
Cruce mis brazos sobre mi abdomen y lo mire llena de fastidio.
— Sabes muy bien que mi deseo era ir a Europa.
—Si lo sé. Pero te prometo que recorreremos todo ese continente en nuestra luna de miel.— Dijo poniendo su mano en el pecho en señal de promesa.— Ademas a ti te fascina la playa, creo que Cancún es el lugar perfecto para reforzar nuestro amor. Es un lugar hermoso, te juro que no te vas arrepentir de estar ahi. Tal vez hasta termines enamorada y la boda sea en ese lugar.—Dijo con una amplia sonrisa. Yo solo negué con mi cabeza, no estaba para nada de acuerdo con lo ultimo que había dicho.
—Ya te dije que me quiero casar en Italia o Argentina. Necesito que sea en un lugar especial para ambos y Cancún no tiene ningún tipo de significado en nuestras vidas.— Contesté irritada.
—Tal vez lo tenga después de este viaje, ademas si es especial para mi. Paso mucho tiempo en ese lugar.
—Exacto!— Dije golpeando fuerte mi regazo con mi mano. — Justo por eso es que detesto ese lugar y no quiero estar ahi. Pero a ti parece que eso no te entra en la cabeza.
—Ya fue suficiente Ambar no quiero discutir más. Me voy a dormir Buenas noches.— Dijo recostando su asiento convirtiéndolo en una especie de cama para después acostarse dándome la espalda y evadiéndome como siempre.
Matteo trabaja para mi padre en una de sus empresas. El se encarga de todo el marketing y siempre es enviado a alguna parte del mundo. Pero últimamente todos sus viajes se basaban en Cancún. Aveces llega a pasar semanas en ese lugar y eso a causado que nuestra relación se tambalee. Tal vez el tenga razón y debería bajarle a mi necedad. Al final lo único que anhelo es pasar tiempo con el, supongo que el lugar no debería ser tan importante.
Pasaron diez largas horas para que por fin aterrizáramos en suelo Mexicano. El hotel que eligió Matteo era tan elegante y hermoso con una vista al mar que te quitaba el aliento. No sé por qué razón reservó nuestra habitación a mi nombre, eso se me hizo un poco extraño. Decidí no darle tanta importancia a ese asunto para evitarme otra discusión con mi prometido. Ahora lo único que quería hacer era tirarme en la cama, estaba exhausta.
No hicimos mucho durante la primera noche de nuestra escapada romántica. Pero que importaba si tendría toda una semana y media para disfrutar de nuestra estadía en este lugar y de la compañía de mi guapo acompañante. O eso pensé.
—¿Me estas hablando en serio?— Le grite a Matteo que me acababa de informar que tendría que tomar un vuelo hacia la Ciudad De Mexico para resolver un asunto de trabajo.
—Lo siento okay, es solo un día. No hay nadie cerca de Mexico que pueda resolver esto más que yo.
—Estás de vacaciones Matteo! Tu teléfono no debería siquiera estar encendido.—Dije enojada arrebatándole el celular de su mano para lanzarlo en algún lugar de la habitación.— Vas a poner tu trabajo por encima de nuestra relación?— Le cuestioné acercándome a el para que mirara de cerca la desesperación que había en mis ojos.
—No es eso Ambar, esto se trata de nuestro futuro carajo! Necesito trabajar mucho para poder darte el nivel de vida a la cual estas acostumbrada.— Lo miré incrédula. Sin darse cuenta me acababa de enterrar una daga en el corazón. ¿El de verdad creía eso de mi? ¿Todo era por el maldito dinero?
—Matteo mírame y escúchame bien.— Dije tomándolo por los hombros.— Yo no necesito que trabajes veinticuatro horas al día siete dias a la semana y mantener mi nivel de vida económico, para eso trabajo yo. Mi padre es uno de los hombres más ricos de Argentina, básicamente tengo mi futuro y el de mi desendencia asegurado. ¿Pero sabes que? Yo no quise quedarme de brazos cruzados sin hacer nada y solo dedicarme a gastar la fortuna de mi papi. No señor, yo estudie y me parti el trasero para llegar a donde estoy ahora. Así que tu no vas a venir a decirme que estas haciendo todo esto para mantener mi estilo de vida. Poco me importaría si fueras un repartidor de pizza y viviéramos en una casa pequeña, si eso significa que estaría a tu lado. Y no a miles de kilometros distanciados mientras tu haces una fortuna. ¿Entiendes eso?
A estas alturas ya me encontraba llorando de coraje. Necesitaba que entendiera que solo lo necesito a el y que no me dejara como siempre. Matteo me envolvió en un abrazo al cual yo correspondí y dejo un beso en mi frente.
—Perdóname, yo no quise ofenderte o causarte este disgusto.— Dijo haciéndome regresar mi mirada hacia el.
—No pasa nada, solo te pido que no te vayas . No me dejes aquí sola por favor. Necesitamos este tiempo juntos Matteo.— Le supliqué. El se quedo callado por un momento que parecía eterno. Se soltó de mis brazos y fue en busca de su teléfono para después tomar su maleta.
—Lo siento mucho Ambar, te prometo que regresare mañana y recompensaré todo el tiempo perdido.— Se acercó para darme un beso pero yo lo aleje empujándolo bruscamente. El no protestó solo tomó sus cosas y salió de la habitación. Dejándome ahi sola llorando y sintiéndome como una idiota.
Llevaba como dos horas encerrada llorando entre las cuatro paredes de mi habitación. Sentía que si no salía a tomar un poco de aire fresco me iba a dar algo ahí mismo. Ya era de noche así que la playa se encontraba libre de gente. Quería sentarme tranquila bajo la luz de la luna y llorar hasta que mis lagrimas se mezclaran con el mar de Cancún.
Mientras hundía mis pies en la suave cálida arena y entre lagrimas intentaba ver las olas del mar chocar contra esta. Una voz que se salió de la nada me espantó haciendo que pegara un pequeño brinco.
— He visto muchas cosas extrañas en esta playa, pero nunca a una hermosa chica llorando. Nope, definitivamente esta es la primera vez.
Yo voltee hacia arriba para ver el rostro de la persona que interrumpió mi lloriqueo y fue ahí cuando me encontré unos hermosos ojos marrones acompañados con la sonrisa más bella que haya visto en mi vida . Y fue en ese instante que supe que mi estadía en Cancún tomaría un giro inesperado.