El frió viento invernal de Buenos Aires se colaba por mi ropa haciéndome temblar. Como maldecía no estar bajo el cálido sol de Cancún y de no haberme abrigado antes de salir corriendo de mi oficina. Muy al contrario de mi, Simon estaba muy abrigado con bufanda, guantes, gorro y todo. Creo que era la primera vez que lo veía con tanta prenda encima.
Abrazándome a mi misma para tratar de darme algo de calor, me senté a su lado. Simon me siguió con la mirada y luciendo un rostro serio se levantó. Por un instante creí que se iría dejándome sola en medio de ese parque, pero no fue así. Se quitó su abrigo y me envolvió en el, instantáneamente sentí el calor que se desprendía de este. Deje salir un suspiro de alivio y el me miró apretando su labios levemente.
—Estoy enojado contigo pero no por eso voy a dejar que te mueras de frío.—Dijo finalmente.
—Gracias Simon, pero yo tampoco quiero que tengas frío. Vamos a mi casa si? Tu y yo tenemos mucho de que hablar.—Conteste levantándome de el banco para verlo más de cerca. Pareció que Simon lo pensó por un momento.
—Esta bien vamos.—Dijo aceptando mi invitación.
Sin emitir una sola palabra, fuimos en busca de mi coche y nos dirigimos hacia mi apartamento. Después de llegar a este y pedirle que se pusiera cómodo en el sillón mientras preparaba un café para ambos, el silencio volvió a hacer acto de presencia. Ese silencio incomodo que había entre los dos me estaba matando pero no sabía como comenzar esta conversación.
—¿Cuando llegaste?— Pregunté al fin, sentándome en el sillón delante de el.
—Hoy.—Me contestó cortante. Sentí una punzada en el corazón, me dolía la frialdad con la que me hablaba y me miraba.—Como no me contestabas las llamadas ni los mensajes decidí venir hasta Argentina a buscarte. ¿Por qué me haz ignorado todo este tiempo Ambar? ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? ¿Dime que te hice para merecer tu indiferencia?—Preguntó con lagrimas en los ojos. Yo negué rápidamente.
—Nada Simon, no me hiciste nada, todo lo contrario eres lo mejor que me a pasado en mucho tiempo.
—¿Y entonces?— Baje la mirada, me dolía verlo con su carita triste y saber que yo era la causante de eso.
—Me aleje de ti por tonta.—Dije sincera. —Matteo me llenó la cabeza de tonterías, diciéndome que lo nuestro no funcionaria. Que el siempre estaría ahí para recordarme lo tonta que fui. La verdad es que en ese momento creí que el tenia la razón. O sea como iba a estar en una relación con el hermano de la esposa de mi ex prometido. No sé, compartir una familia con el sería demasiado incomodo.—Expliqué.
—Bueno eso lo tenias que haber hablado conmigo y no irte sin despedirte.
—Lo sé.—Respondí nuevamente bajando la mirada.
—¿Tu enserio creíste que ese idiota formaría parte de mi familia después de lo que hizo contigo y mi hermana?—Yo solo encogí mis hombros apenada de que si fui tan tonta en creer eso.
—Bueno es el padre del hijo de tu hermana, siempre va estar involucrado con tu familia lo quieran o no.—Simon negó con la cabeza.
—No sabes todo lo que pasó después de que te fuiste. Se armo un lío tremendo y yo al final del día solo quería un abrazo tuyo, pero te habías ido. Quise mandar todo al diablo y venir a buscarte en el instante que me di cuenta que te regresaste a Argentina, pero mi familia me necesitaba y por eso es que apenas pude venir a buscarte.
—¿Le contaste todo a tu familia ese mismo día?
—Claro, yo no iba a permitir que mi hermana se fuera con ese imbécil de luna de miel. Yo en ese instante la quería divorciada de el.