No sé en que momento termine sentada en su regazo con mis piernas abrazadas a su cintura. Su pecho pegado al mío y sus manos acariciando mi espalda. Nuestros labios se movían al mismo compas y nuestras lenguas jugueteaban y exploraban nuestras bocas. Era nuestro segundo beso en ese día y desbordaba toda la pasión que teníamos encima. Mordí y estire su labio inferior haciéndolo soltar un pequeño gruñido. Estábamos perdidos en un éxtasis mental, pero la falta de aire nos hizo regresar a la realidad. Abrí mis ojos y vi como el seguía con los suyos cerrados, en su rostro se dibujaba una sonrisa grande y sus labios lucían hinchados. No pude evitar dejar un corto beso en ellos haciendo que por fin abriera sus ojos, uniendo así nuestras intensas miradas de nuevo.
—Wow! Tu y yo o sea.—Tartamudeó nervioso. Yo asentí y comencé a reír escondiendo mi rostro en su cuello, apenada.
—Fue hermoso.—Le susurre. Sentí como su cuerpo se estremeció ante mi voz. Volví a mirarlo.—Gracias por este día, a sido uno de los mejores de mi vida. Y gracias por traerme a tu lugar especial.
—Quieres decir nuestro. Desde hoy quiero que también lo sea para ti.—Sonrió. Tomando nuevamente mis labios en un corto beso.—Bonita me encanta tenerte así abrazada a mi pero no quiero que te pierdas de este bello atardecer.—Dijo señalando el mar que se encontraba a mi espalda.
Mis mejillas se enrojecieron al darme cuenta en la posición que aun me encontraba. Me baje rápidamente de su regazo y me senté a su lado, recargando mi cabeza en su hombro. El sol comenzaba a esconderse y el cielo a pintarse de un color rojo. Nos quedamos en un silencio cómodo admirando ese bello atardecer Mexicano.
—¿Entonces vas a terminar tu compromiso?— Preguntó de la nada.
—Si, mi relación no tiene salvación. Este viaje me sirvió para abrir los ojos y ver que casarme con alguien para quien no soy su prioridad, sería un grande error. Siete dias han pasado y no he tenido señales de el.
—¿Y si le paso algo?—Negué con la cabeza.
—No lo creo. Mas bien la otra no lo deja comunicarse conmigo.— Simon jadeo con sorpresa.
—¿Piensas que te engaña?
—Ja! ¿Me vas a decir que tu no piensas lo mismo?—El no dijo nada pero su mirada apenada me lo decía todo.— Lo que no entiendo es ¿para que ilusionarme y traerme a otro país si solo me iba abandonar?
—Pues porque es un imbécil que no sabe apreciar a la mujer que tiene a su lado. Pero sabes, en parte le agradesco porque si no te hubiese dejado sola yo no te hubiera conocido. Y no estuviera pasando estos magnificos dias a tu lado.—Dijo abrazándome.
—Bendito destino que te puso en mi camino. Sin ti me hubiese regresado a mi país deprimida y no sé quizás no miraría la situación con mi prometido de la forma en que ahora la veo.—Gire mi rostro para dejarle un beso en mejilla.—Gracias.
—Ya no me des más las gracias y ven.— Se paró dándome la mano para ayudarme a levantarme.—Vamos al yate muero de hambre y seguro tu también.—Asentí y entrelazando nuestras manos caminamos hacia el yate.
Pablo se había encargado de preparar nuestra cena, la cual devoramos sin piedad. Por estar todo el día en la playa y con los besos, nos olvidamos de comer. Simon me mostró el camarote en donde pasaría la noche. Después de un largo baño me coloque mi pijama y me prepare para irme a dormir. Estaba apunto de meterme a la cama cuando tocaron la puerta, era Simon. Se disculpó diciendo que solo venia por unas cosas, dirigiéndose a un pequeño armario. Vi como tomo una almohada y una cobija. Yo lo mire confundida.
—¿Simon? ¿Para quieres la almohada y esa cobija?
—Para mi.— Contesto.
—No entiendo. ¿No tienes en tu camarote?— El se rasco la nuca algo nervioso.
—Yo...Bueno es que solo hay dos este y el de los empleados. Por eso dormiré en el sillón que esta aquí afuera.
—Que! No de ninguna manera. Dame eso yo dormiré en el sillón.
—Estas loca claro que no. Tu eres mi invitada tienes que dormir bien.
—Bueno entonces duerme aquí conmigo. La cama es muy estrecha para los dos.—Simon trago duro y miro la cama.
—No, Ambar que pena.
—Si no lo haces me voy a enojar y no volveré a salir contigo.— Le advertí cruzándome de brazos. Simon abrió los ojos asustado y negó.
—No, no, esta bien me quedare aquí contigo.
Sonreí triunfante. Y me metí en la cama, pero casi me da un paro cardiaco cuando vi a Simon deshacerse de su pijama.
—Que... ¿Que haces Simon?
—Me estoy quitando la ropa para irme a dormir.— Dijo tranquilamente.
—¿Duermes solo en boxers?
—Duermo sin nada.—Abrí mis ojos a más no poder.— Pero por respeto a mi invitada dormiré en ropa interior.—Afirmo con una risa burlona.
Se metió a la cama y apago la luz. Lo único que alumbraba esa habitación era la luz de la luna que entraba por una pequeña ventana. De reojo podia ver a Simon mirando hacia el techo. ¿No pensaba desearme las buenas noches o que?
—Buenas noches.— Dije interrumpiendo el eterno silencio.
—Buenas Noches Bonita.
Se volvió a formar el silencio y solo se escuchaban nuestras calmadas respiraciones. De pronto sentí como sus dedos rozaban mi mano en busca de ella. Al encontrarla, la tomó entrelazándola con la suya. Me estremecí ante su acto.
—Ambar... Te quiero.—Confeso en medio del silencio apretando mi mano. Yo incrédula gire mi rostro hacia el y vi como tenia su mirada clavada en mi.—Quizás soy un tonto o loco por decirlo, ya que apenas hace siete dias que te conozco, pero no puedo evitar esto que siento. Desde esa noche cuando tus hermosos ojos tristes se toparon con los míos, yo lo único que quería hacer era tomarte en mis brazos y que te olvidaras de todo lo malo. Me he detenido de decirte todo lo que me pasa, por ese anillo que llevas en tu mano. Pero hoy después de decirme que romperías con tu compromiso y de besarnos de la forma en que lo hicimos. Una pequeña esperanza nació dentro de mi. No sé si a ti te pase lo mismo Bonita pero yo si estoy seguro de lo que siento por ti. Estoy enamorado, muy.
Nuevamente me encontraba delante de este gran hombre y sin palabras. ¿Como le respondía que a mi me pasaba lo mismo? Me solté de su mano para sentarme en la cama. Simon hizo lo mismo, siguiendo con su mirada algo confundida cada uno de mis movimientos. Lleve mi mano al dedo que sostenía el bello diamante que me había obsequiado Matteo en promesa de matrimonio. Lo saque de mi mano y lo lancé a cualquier parte de la habitación.
Al igual que esa tarde en la playa, me senté en el regazo de el. Lo tomé por las mejillas y presioné mis labios contra los suyos. El llevo sus manos a mi cintura, correspondiéndome el beso.
—¿Esto quiere decir?—Cuestiono lamiendo y mordiendo sus labios.
—Quiere decir que yo también te quiero. Yo también me he enamorado Simon. Y si, se me hace algo imposible. Esto de enamorarse en tan poco tiempo solo pasa en las películas románticas. Pero fue imposible que no me pasara. Eres un hombre increíble con un corazón inmenso y en tan poco tiempo te fuiste metiendo muy adentro de aquí.—Dije apuntando mi corazón que latía a mil por hora.
El sonrió mostrando todos sus dientes y entre la poca luz que había, logre ver como sus ojos se llenaban de lagrimas. No pude con eso y lo bese de nuevo abrazándolo fuerte a mi. ¿Era una locura quererme entregar a el en ese momento? Claro. Pero era la mas hermosa de las locuras.
En ese momento mi cerebro no funcionaba. No pensaba en si estaba bien o mal lo que estaba apunto de hacer o en lo que pasaría después. El switch que me permitía pensar se había apagado. Lo único encendido eran mis emociones y sentimientos que se estaban dejando llevar por completo.