Capitulo 5

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Después de nuestro casi beso, pensé que las cosas con Simon se tornarían algo incomodas. Pero no fue así. Seguimos nuestro día como si nada hubiese pasado, como si no hubiéramos estado a casos centímetros de devorarnos, o que tuvimos más contacto de lo usual. En la noche ya estando sola en mi habitación, no podia dejar de pensar en lo cálido que fue sentir un poquito de sus labios sobre los míos o de haber tenido su cuerpo tan pegado al mío y sintiendo lo acelerado que estaba su corazón. No sabría exactamente como definir lo que me pasaba con Simon. Yo lo único que sabia era que a su lado me sentía distinta, me olvidaba de todo cuando estaba con el y lo que me pasaba iba más allá de una simple atracción sexual.  

Simon me había prometido que durante mi estadía en Cancún el no dejaría que me aburriera o me sintiera triste. Pero la verdad es que se había equivocado, porque los días se estaban pasando demasiado rápido y mi regreso a Buenos Aires era inminente. Esto me hacía sentir triste, pronto tendría que partir y alejarme de el. Y por más tonto que sonara ya que apenas y lo conocía, no sabía que iba a hacer sin el. A mi regreso, me iba a topar con una realidad de la cual no me sentía preparada para afrontar. Estaba más que claro que lo mío con Matteo había muerto y necesitaba el valor para tomar una decision. 

En ese momento no quería pensar en todo lo que se me vendría encima después de este viaje. Solo quería disfrutar el resto de los días que me quedaban a lado de Simon.  

Me dio mucha ternura la emoción con la que me contó que para nuestra próxima actividad me llevaría a un lugar que era muy especial para el. No me dijo de que trataba ni nada, solo que empacara ropa cómoda de playa y todo lo necesario para una noche, ya que no regresaríamos al hotel hasta el siguiente día.  La verdad eso me hacía sentir un poco nerviosa, no tenia ni idea en donde ni como pasaría esa noche.

Simon pasó por mi en la mañana y fuimos manejando hacia otra playa no muy retirada del hotel. Cuando llegamos, caminamos por un muelle largo y nos detuvimos hasta llegar al final de este.

—¿Un yate?— Pregunte al detenernos ante la lujosa embarcación.

—Si, espero te guste porque es ahí donde pasaremos la noche.

—No entiendo ¿Este es tu lugar especial? No te ofendas pero es un yate como cualquiera, es mas he visto unos mucho más grandes que este.— Simon rio negando.

—Para nada me siento ofendido. Ambar, los lujos no son importantes en mi vida. El yate no es mi lugar especial. Solo es el método de transporte que nos conducirá hacia el.—Explicó sonriéndome.—¿Vamos?— Preguntó dándome su mano, la cual yo tomé gustosa.

Al subir al yate nos recibió un hombre. Era alto de algunos cincuenta años y al igual que nosotros vestía muy casual.

—Buenos dias señor Alvarez, señorita.—Dijo saludándonos.

—Buenos Dias, Pablo te presento a la señorita Smith. Ambar el es Pablo, el se encarga de navegar este barco.— Yo extendí mi mano para saludarlo.

—Mucho gusto Pablo.—Le sonreí.

—Pablo, cuando gustes podemos embarcar. Ambar y yo estaremos por ahi, por favor avísanos cuando estemos por llegar no quiero que la señorita se pierda de nada.—dijo cerrándole el ojo. —Ambar. ¿Quieres esperar aquí o gustas bajar a la cocina conmigo? Te quiero preparar el desayuno.

—¿Sabes cocinar?— Le cuestioné algo burlona.

—Claro! Digo tampoco es que soy un chef, pero eso si a mi lado no te vas a morir de hambre.

—Bueno entonces te acompaño no pienso perderme de tu talento culinario.—Reí.

Media hora paso para que Simon terminara de cocinar. Había preparado fruta, pan tostado, huevos, tocino, jugo de naranja y cafe. La verdad disfruté mucho ver lo concentrado que se veía preparando el desayuno y lo malditamente sexy que lucía haciéndolo. Es que algún defecto tenía que tener este hombre, no podia ser tan perfecto. Quizás su comida sabía asquerosa, claro eso tenía que ser.

Cuan equivocada estaba al pensar que le encontraría un defecto, el desayuno estaba delicioso. Ahora no solo estaba ganándose mi corazón, si no que también mi estomago.

—¿Y que tal?—Preguntó ansioso por mi respuesta.

—Mmm nada mal. Seguro has de tener muy contenta a tu novia.—Solté, esperando alguna respuesta por parte de el. Todo este tiempo a su lado me contuve las ganas de preguntarle sobre su vida amorosa. Pero la curiosidad me estaba matando y creí que era el momento perfecto para terminar con mis dudas.

—¿Esa es tu forma sutil de preguntarme si estoy soltero?— Dijo sonriendo de lado.

—No! Bueno si! No! Digo no sé. Es que yo ya te conté todo y tu no me has dicho nada, eso no es justo.

—Bueno tampoco es que me hayas preguntado. Pero si tanto te interesa saber te dire que no tengo novia. Pero si hay alguien que me interesa y mucho.—Confesó acercándose a mi y mirándome fijamente.

—Ah ¿Si?— Balbucee nerviosa, levantándome de la mesa para alejarme de el.

—Sip. La verdad es que la conocí hace poco. Pero me hace sentir como si la conociera desde siempre. Disfruto cada segundo a su lado y cuando estoy con ella es como si el resto del mundo no existiera.— Dijo dulcemente pero sin dejar de acecharme. Oh por Dios. ¿Estaba hablando de mi?

Caminé hacia atrás topando con la pared. El se acerco y suavemente acaricio mi mentón. Yo cerré mis ojos ante su tacto.

—Ambar.—Susurro cerca de mi oído ocasionando un cosquilleo por todo mi cuerpo.—Mírame por favor.— Pidió tomando mi rostro con sus manos. Lentamente abrí mis ojos pude ver su rostro muy cerca del mío. Sus ojos marrones lucían con una intensidad que nunca le había visto. —Se que puede sonar como una locura por que apenas y nos conocemos, pero no puedo dejar de pensar en ti.— Solté un suspiro grande ante su confesión.

—Simon.— Llevó su dedo hacia mis labios impidiendo que siguiera.

—Shhh déjame terminar te lo suplico.

—Ok—Susurre.

—Anoche no pude dormir muy bien. El casi beso que nos dimos inundaba todos mis pensamientos. No podia dejar de pensar en el dulce rose de tus labios con los míos. Y se que está muy mal que desee los labios de una mujer que esta comprometida para casarse, pero no puedo evitarlo. Te quiero besar. ¿Te puedo besar?— Mi corazón quería salirse de mi pecho. No sabía como le iba a responder, me había dejado sin palabras. Su mirada lucía expectante esperando una respuesta.

—No me pidas permiso y solo hazlo.— Dije al fin.

Simon sonrió y comenzó a inclinar su rostro hacia al mío. Yo cerré mis ojos esperando por fin saborear esa boca que me tenia loca. Comenzaba a sentir sus labios sobre los míos cuando una voz nos interrumpió abruptamente.

—Señor! Disculpe pero me pidió que le avisara cuando nos estuviéramos acercando.—Dijo Pablo algo apenado y retirándose rápidamente al darse cuenta de lo que estaba pasando.

Ambos soltamos todo el aire que teníamos acumulado y sonreímos sin poder creer que nuevamente nos habían frustrado el beso.

—Vamos Bonita.—Besó mi frente.—Quiero que aprecies la belleza de este lugar tan especial.— Entrelazo nuestras manos y subimos de nuevo al aire libre.

Quede impresionada ante la imagen que había frente a mis ojos. Definitivamente era un lugar imponente e hermoso, me había robado el aliento. Aunque creo que un beso de Simon también me podría dejar sin aliento y eso lo hubiese disfrutado más. Al parecer el destino no quería que el y yo nos besáramos o al menos no por ahora. El día era muy largo y cualquier cosa podia pasar.

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