18 de febrero del 2012, Alvastra, provincia de Östergötland, Suecia
Llegamos a Suecia a media noche. Elena y yo no nos molestamos en ponernos nuestra ropa normal. La princesa vestía las telas que le cubrían los pechos y la entrepierna y yo mis pantalones de capoeira y mi brasier deportivo blanco con mi nombre en japonés. Llegamos a Suecia como a las 12 de la noche. Antes de ir a Alvastra en camión, ya que es un pueblito rural que obviamente no tiene aeropuerto, comimos en un restaurante e hicimos allí nuestras necesidades.
Posteriormente, tomamos un camión. Me sentía un poco ansiosa y esto se notaba fácilmente. No podía parar de mover los pies.
-¿Estas preocupada Manuela?- me preguntó Elena.
-¿Preocupada? No, solo estoy ansiosa- le dije.
-¿Y porque estas ansiosa?- me preguntó tranquilamente.
-Por terminar esto princesa, aunque también me siento un poco triste- le dije.
-Déjame adivinar: porque se va a terminar este viaje- me dijo Elena.
-Sí. Aunque los motivos por los que nos metimos al torneo fueron serios, en verdad disfruté viajar a su lado y conocer a las distintas peleadoras que nos encontramos en el camino- le dije.
-Te comprendo Manuela, a mí también me entristece terminar mis viajes, el no poder ver a mis amigos por cierto tiempo, o tal vez nunca más. Pero sabes, llevo una parte de ellos en mí. Las experiencias que pase con ellos siempre me van a acompañar y me van a enriquecer como persona. Pero, aunque termine este viaje, siempre estaremos en el viaje más largo de todos, ¿sabes a cual me refiero?- me dijo Elena.
-No princesa- le dije.
-El viaje de la vida. Y en ese viaje hay subviajes en los que me voy a encontrar con viajeros temporales, pero también con viajeros que me van a acompañar durante gran parte del viaje de la vida. Y tu Manuela, al ser inmortal, tendrás la oportunidad de viajar eternamente, de conocer a nuevos viajeros y, quien sabe, puedes que encuentres a algún viajero o viajera que te acompañe eternamente. Espero que les cuentes a los viajeros que te encuentres en el futuro sobre nuestra aventura- me dijo Elena.
-Téngalo por seguro princesa- le dije sonriendo.
Seguimos platicando, pasando el tiempo rápidamente. Cuando me di cuenta, ya estábamos en Alvastra. El pueblo no tenía nada de aterrador o sobrenatural: era un pueblito rural sueco. Claro que, como eran las 3 y media de la mañana, no había nadie en las calles abandonadas del pueblo, ni tampoco ninguna luz encendida. Solo la Luna y las estrellas iluminaban nuestro camino en Alvastra.
Al acércanos poco a poco a las ruinas de la abadía, Elena y yo pudimos sentir una sensación. No una sensación de paz, de luz o de tranquilidad que se podría esperar de un lugar santo y de Dios, sino una sensación de violencia, de destrucción, una sensación que me causaba repulsión y asco y nos ponía los pelos de punta. Una sensación de sed de sangre que helaba la nuestra. Sentimos como la temperatura empezó a bajar, de tal grado que podíamos ver nuestro propio aliento y nuestros pezones se levantaron y se pusieron duros.
Conforme nos acercábamos más las ruinas del convento, el aire se volvía cada vez más pesado, así como que la Luna empezó a reflejar una luz de tono rojizo sangre. El cielo se tornó de color negro rojizo.
-Capoeira Beauties, las estuvimos esperando- dijo una voz femenina.
-Nos alegra que hubieran ganado- dijo otra voz femenina.
-Pero, siendo sinceras, era algo que esperábamos desde que oímos de las capacidades de la señorita Hidalgo- dijo la primera voz.
-Gracias a usted, nuestros planes dieron un giro inesperado, pero que resultara beneficioso- dijo la segunda voz.
Y, de las ruinas, salieron 2 hermosas mujeres que yo había visto por televisión hace varios años en un torneo de King of Fighters. Ellas participaron en el torneo con Iroi Yagami y ganaron...pero este se volvió loco y las asesinó.
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Kapoeira no utsukushi-sa: Capoeira Beauties
AksiyonA mi siempre me fascinó la capoeira. Desde niña, me sentí atraída por ella. Su ritmo y sus movimientos me impresionaban y quería bailarlos. Y cuando tuve la opción de aprenderla, no lo dude ni un segundo. Esta es la historia de como yo, Manuela Hida...