—¡Ahí esta! —exclamó mi secretaria y escuché sus tacones a toda velocidad correr hacia mí, pero fue muy tarde y mientras las puertas del ascensor se cerraban articulé "chao" moviendo mis labios y saludándola con la mano en alto.
Estaba cansado de las estúpidas espectativas y demandas de mi padre, y ahora que estaba de licencia, las de mi molesto hermano. Con éste ya eran tres días exactos que evadía nuestras reuniones programadas y cualquier tipo de encuentro con él dentro de la empresa.
—Joder, que fastidio. —murmuré dejando salir un suspiro.
Llegué a uno de los pisos inferiores y me bajé al azar, así Daisy, mi veloz secretaria, no sabría donde buscarme.
Caminé sin rumbo, únicamente mirando mi móvil e intentando distraerme hasta que dos hombres de traje, los cuales reconocí como guardias de la empresa, me vieron y parecieron haber hallado a su presa.
Daisy pidió refuerzos, que tramposa.
—De-mo-nios. —susurré girando sobre mis pies, caminando a paso rápido y doblando la esquina. Pero los oí correr y supe que iban a atraparme, seguido de eso me arrastrarían hacia mis responsabilidades.
Pero no pensaba hacer hoy lo que podía dejar para mañana. Lo usual, dejar todo para el último momento o hasta que me exploten los problemas en la cara.
Giré nuevamente en un pasillo encontrándome con una puerta algo opaca y pequeña, seguramente era el armario del conserje o la puerta al puto país de las maravillas, pero cualquier cosa era mejor que hablar con mi engreído hermano mayor, así que entré oyendo los pasos de los guardias seguir de largo por el corredor.
Al estar más tranquilo me di cuenta que era un amplio armario con varios estantes y cajas, al examinar más el lugar quedé petrificado al ver a un delicado hombre sentado sobre una de las cajas... quitándose la pierna.
Se estaba sacando la jodida pierna y su expresión era de dolor.
—¡Joder! Llamo a un... iré por un... ¿Un medico? ¿Una ambulancia? ¿Policía? —mi voz lo hizo dar un brico y su pierna cayó al suelo, donde pude ver que era de metal y no de carne como supuse por la poca iluminación— ¿Un mecánico? —estrechó los ojos y apartó la mirada.
—¿P-Podrías bajar la voz, hombre? —me regañó.
Se inclinó y tomó nuevamente su pierna, dejándola a un lado de sí.
—Ya te divertiste, ahora vete por favor. —dijo irritado y ladeé mi rostro.
—No me jodas, estoy huyendo —se vio confundido y se alejó lo más que pudo—. Calma, no soy un convicto ni nada —«¿Tendré cara de tal cosa para que se alejara así este sujeto?»— solo no quiero trabajar y a esta hora en particular es muy estresante así que bueno, prefiero pasarlo aquí dentro con el raro androide.
—No soy tal cosa, bruto —afirmó orgulloso—. Solo me falta una parte de la pierna izquierda. —finalizó señalando la prótesis y haciendo una mueca de disgusto por mi presencia.
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EN EL ARMARIO (+18↔GAY)
RomanceLa historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del armario... No, no es metáfora, literalmente nuestro intrépido y fuerte protagonista se encontraba esa agitada mañana huyendo de su secretaria...