La historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del armario...
No, no es metáfora, literalmente nuestro intrépido y fuerte protagonista se encontraba esa agitada mañana huyendo de su secretaria...
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Narrador omnisciente.
—Y-Yo... —tartamudeó Calem, del otro lado de la línea, estupefacto e impactado por esa arrasadora pregunta.
Las puertas del ascensor se abrieron y Stefan fue intervenido por Malik, al que ignoró rotundamente.
—Lo necesitamos... de manera urgente, señor —interrumpió, notando el disgusto en el rostro de Stefan.
—Espera, estoy en medio de algo importante. —Dicho esto regresó su atención a Calem—. Respóndeme.
Calem jamás huía, pero esa vez, sintió el deseo de hacerlo. Estaba tan abrumado por lo que acababa de plantear Stefan, que su rostro palideció y estaba seguro que su presión bajó.
Pero tomo coraje y respiró hondo, centrándose en algo que tenía muy claro desde el inicio.
Stefan tragó duro mientras aguardaba impaciente, deseando milagrosamente oír un simple "sí" de los labios de su colega sexual... pero eso no iba a suceder.
—Eso esta prohibido por nuestro acuerdo —soltó, con una increíble distancia y su voz algo fría, como un mensaje predeterminado que se repitió a sí mismo en voz alta.
—Ya veo. —Stefan colgó abruptamente y quedó en total silencio.
La sangre en el rostro de Malik desapareció unos pocos segundos viendo un lado humano de su jefe y, por primera vez, tristeza, frustración y resignación reflejada en esos serios ojos verdes, que parecieron vacíos al alejar el móvil de su oreja.
—¿Pas-Pasó algo con el proyecto? —preguntó su empleado, preocupado.
Apretó los labios, acomodó su cabello hacia atrás y respiró hondo, intentando pensar únicamente en el trabajo.
—No. Vamos. A trabajar. —Caminó decidido a su piso, sabiendo que serían unas largas semanas y, como siempre, encontró una excusa para escapar de sus problemas, en vez de enfrentarlos y resolverlos.
Logró eficazmente ocultar su desolación, misma que era su culpa, por querer huir a una pregunta comprometedora como "¿Te importo?" Por parte de Calem; había hecho otra pregunta el doble de osada, siendo obvia la respuesta que iba a recibir, aunque no pudo negar que por un momento deseó que fuese otro resultado.
Por otra parte, Calem permaneció dentro de ese armario más tiempo del debido, hasta que finalmente decidió salir, con un intento de sonrisa en su cara.
Para ser honesto consigo mismo, él llegó a hacerse esa pregunta muchas veces, cada vez que le sonreía al móvil por sus mensajes, cuando pensaba en Stefan, la forma en la que lo deseaba -de muchas maneras- y su creciente posesividad sobre ese inusual hombre.
Pero, se dijo lo mismo que se decía en en esos momentos: "sin importar qué suceda, no voy a enamorarme de Stefan." Y con esa expresión poco usual en su rostro, regresó a trabajar.