Límites en el armario.

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Pov Stefan

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Pov Stefan.

Recorriendo este ya familiar pasillo, mi mirada se cruzó con el hombre que esperaba ver y di unos pasos largos hacia él. Lo detuve cuando casi entra en lo que se convirtió nuestro espacio de sexo sin compromisos.

Choqué contra él desde atrás, abrazándolo por los hombros, casi provocándole un infarto y sintiendo su corazón acelerado entre mis músculos.

Extrañamente me acostumbré a ésto y a su afrodisíaco cuerpo. La primera vez que lo vi parecía ordinario, jamás pensé que fuese interesante y adictivo.

«Incluso creo que me cae bien.»

Y eso pensé hasta que sentí un codazo en mis costillas, era Calem queríendo alejarme de él algo incómodo y refunfuñando.

—No empieces con tus cosas raras antes de entrar al armario Stefan, si nos descubren estaré en muchos problemas y no quiero... —De nuevo con sus sermones.

Obviamente no escuché ni la mitad de lo que dijo y solo lo presioné más fuerte, tomando algo de mi bolsillo y extendiéndolo frente a sus vivaces ojos.

—Conseguí copias de otros armarios —canturreé en su oído, casi susurrándolo y de costado vi como levantó sus cejas—. ¿Cambiamos un poco la rutina, mi pequeño colega con trasero de un Dios?

—Cuando creo que dirás algo medianamente decente te sale lo bruto. —Me regañó con cierta diversión, más que curioso por las llaves.

No digamos que lo conozco, pero estaba ansioso por ver su cara emocionada al enseñarle las llaves y eso fue exactamente lo que obtuve.

—¿A cuál iremos entonces, ladrón de llaves? —preguntó como un niño en juguetería y cierto sarcasmo.

—No sé, elige un piso y allí será, tienen el número de cada uno y por lo que veo son seis armarios más, vamos que no tengo todo el día. —Hice sonar las llaves y sonrió, cerró los ojos y eligió una al azar.

—Piso 14. —Tomó mi mano sin darse cuenta, gracias a su adrenalina por ver el lugar nuevo donde tendríamos sexo, y me sorprendió.

Así me guió con emoción y una gran sonrisa, él es algo impulsivo cuando se deja llevar, cuando no piensa excesivamente qué hacer. Pocas veces es así fuera del sexo, cada vez que recupera la cordura es más que nada maduro y racional.

Ya en el piso catorce pude ver a Daisy doblando en el pasillo y tiré de la mano de Calem, prácticamente derribándolo en mis brazos y tomándolo de la cintura nos metí a ambos en un cubículo de vaya a saber quién. Cubrí la boca de mi compañero y miré de costado como mi secretaria pasaba por nuestro lado con esa aura de cazadora en acecho.

Había olvidado que mi hermano, el que maneja toda esta puta empresa, quería una reunión conmigo. Es la tercera que evito, pero sé lo que quiere y no me interesa. Lo malo sería si nuestro padre estuviese aquí, gracias al destino continúa en su empresa y no ha hecho su regular vista... todavía.

EN EL ARMARIO (+18↔GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora