El viaje en auto fue bastante largo y podría haberse tornado incómodo después de los acontecimientos anteriores, pero Calem se encargó de hablar sobre temas entretenidos y curiosos, retomando varias anécdotas de su alocada adolescencia llena de adrenalina y aventuras.
—¿Todavía te gusta el bungee jumping? —preguntó Stefan, con una pequeña sonrisa interrogativa.
—Si puedo ser completamente honesto contigo, y sé que puedo, sí me gusta. ¿Te imaginas si lo hiciera ahora y pam me caigo y solo queda sujeta la prótesis?
—Si serás idiota —rió imaginándolo.
—Adoro hacer deportes y vivir experiencias como esas. Son momentos únicos, imborrables y me hacían sentir que la vida era un sin fin de experiencias por descubrir... —Su mirada decayó y apoyó su rostro contra la ventanilla cerrada.
—¿Dejaste de hacerlo por la amputación? —Cero tacto, como siempre.
Calem sonrió sin emoción alguna al oírlo, pero no fue por la poca sutileza, sino por la pregunta en sí.
—Ojalá fuese tan fácil. —Tocó su rodilla y segundos después miró fijamente a Stefan—. Estoy aterrado. Si algo como eso vuelve a suceder... si destruyo a más personas importantes para mí, no sé cómo podría levantarme... —Stefan lo miró y regresó su vista al frente—. Mi hermano no volvió a ser el mismo luego del accidente, física y mentalmente se dañó.
—¿Quedó cuadripléjico o algo así?
—No, el daño es... psicológico, a mí me cuesta depender de los demás, a él le cuesta relacionarse con otros, no deja entrar a nadie... ni a mí. Hubiese dado todo por ser yo quien lo salve, quien lo rescate de su propia conciencia, daría mi otra pierna por recuperarlo.
—No es tu trabajo hacerlo.
—Creo que lo es, el que rompe paga y yo sigo pagando. Ambos lo hacemos. Siento que sería injusto si yo fuese feliz al hacer deportes arriesgados como antes, ser plenamente feliz, siendo que él ya no puede volver a ser como era... en realidad ninguno puede. Quedamos atrapados en ese accidente, arrastrándonos por la acera de manera interminable, esperando... —calló al sentir la mano de Stefan sobre su cabeza.
—A ver... —dijo y bajó dicha mano hasta su cuello pasando por su rostro, seguido recorrió y presionó de manera brusca ciertos sectores, descendiendo y deteniéndose en su entrepierna.
Calem lo empujó y golpeó. Nuevamente acercó su mano, deteniéndose ese suave rostro, tomando sus mejillas con una mano y obligándolo a ver hacia el frente.
—¡Suelta!
—Mira al frente —ordenó implacable.
Reacio a la idea, Calem terminó aceptando, ya que la atípica seriedad de su colega era penetrante.
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EN EL ARMARIO (+18↔GAY)
RomanceLa historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del armario... No, no es metáfora, literalmente nuestro intrépido y fuerte protagonista se encontraba esa agitada mañana huyendo de su secretaria...