Confesiones en el armario

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La semana desapareció ante sus ojos y la tan esperada fiesta era esa misma noche

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La semana desapareció ante sus ojos y la tan esperada fiesta era esa misma noche.

Calem había pensado mucho en la conversación telefónica que escucho de Stefan, pero no pudo darle respuesta a esa incógnita.

Lo que más debía preocuparlo era el pésimo funcionamiento de su prótesis y lo arruinada que estaba la unión inferior.

Pero se dijo que tomaría coraje y le pediría a sus padres que enviaran alguna de las primeras que usaba en la granja, aunque estuvieran dañadas, serían más reparables que esta.

Lo único que le impedía hacerlo era esa desgastante necesidad de no preocupar a los demás, no depender de nadie más que de sí mismo.

Se puso uno de sus insulsos y descoloridos trajes, era lo suficientemente holgado en las pantorrillas y disimulaba el mecanismo de la prótesis a la perfección.

Se miró en el espejo y suspiró. Sabía que vería a Stefan y por alguna razón, ya fuesen nervios o algo más, quería verse bien.

Peinó su cabello y se sonrió a sí mismo. No necesitaba su mejor ropa para verse bien, y después de todo, lo más probable era que siquiera se encontraran.

La fiesta se celebraría en el salón principal de su empresa esta vez. Para sorpresa de Calem cuando llegó, todo era asombroso. Quizá Stefan no hizo absolutamente nada y solo supervisó, pero vaya que era asombroso el resultado, la temática de la vestimenta era "Navidad en los años treinta".

Los vestidos de las mujeres lucían encantadores y se distinguían por tal época, junto a sus peinados recogidos, aunque muchas optaron por maquillaje suave actual, sin dejar de verse elegantes; en cambio los empleados hombres promedio iban regular, con sus mejores trajes claro esta y quizá una boina que daba ese aspecto antiguo general, pero nada muy llamativo. Su objetivo era beber y comer  gratis con sus colegas.

Pero los más adinerados, de puestos de renombre o jefes, sí que usaban estos eventos para lucirse, competir de cierta forma igual que las filiales entre sí, usando vestimenta de lujo al mejor estilo Peaky Blinders, una de las tantas series que nuestro par veía juntos en su momento.

—Definitivamente él tuvo algo que ver con esto, seguro estuvo molestando al equipo de decoración —se dijo para sí mismo y sonrió sin querer, bajando su mirada en un suspiro—. Basta.

Caminó desde la puerta principal, por el hall, a un lado de los ascensores y el amplio pasillo, vio la decoración sofisticada, todo se veía tan real, el ambiente navideño palpable, pequeñas esferas blancas y puestas en lugares específicos para que la iluminación fuese óptima, junto a las decoraciones donde predominaba el tono verde y caoba.

No cabía duda que Stefan era bueno en su trabajo, sea cual fuese el proyecto, lo hacía con excelencia y dedicación absoluta. Aunque se quejara durante todo el trayecto, sin duda.

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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