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– Y, ¿Qué tal esta? –preguntó la chica frente a él. Era bonita si, tenía buenas curvas y una sonrisa que haría caer a cualquier chico; pero no a él.

Parecía bastante superficial y, no es que a él realmente le importara, pues chicas así, fácilmente caían.

– Me encanta, es de mis canciones favoritas –contestó el chico, lamiendo su labio superior, atrapando la atención de la chica– Aunque no la tengo

– ¿Por qué no? –preguntó ella, inclinándose hacia él. El aroma de su perfume le inundó las fosas nasales. Olía como las rosas. Nada mal, pensó.

– Porque prefiero que chicas lindas, como tú, me la enseñen –le guiñó el ojo, un leve tono de coquetería en su voz y una sonrisa seductora. Ante esto la chica simplemente sonrío tímida, sintiéndose halagada.

Eso fue todo. La había atrapado.
Pensó entonces que había resultado muy fácil, como siempre.

La palabra aburrido se le vino a la mente y, aunque siempre la empujaba al fondo de su cerebro, esta vez no pudo más que decepcionarse. Su vida estaba bien pero, últimamente, algo faltaba.

– ¡Off! –alguien pronunció su nombre desde la puerta del salón de clases, aunque fue más como un grito lleno de reproche por parte de su madre. Sintió un pequeño alivio al conocer perfectamente al propietario de la voz, sin embargo también sintió frustración por esa persona. Siempre hacia lo mismo, metiéndose en sus asuntos. ¿Quién se creía que era?– Vamos

– ¿Ahora? –preguntó Off, fastidiado por la interrupción de su amigo, porque si, para su suerte y desgracia, ese ser impertinente era, de hecho, su mejor amigo y, una vez más, quiso cerrarle la boca con un puño.

– Si, ahora –dijo Tay, la ironía y la impaciencia palpable en su voz. Off se preguntaba si su amigo también usaba ese tono con su persona especial.

Si, Tay tenía una persona especial, alguien con quien hablar y desahogarse, alguien en quien confiar y que le alegraba el día con solo escuchar su nombre. A veces Off sentía envidia. El jamás había encontrado una persona que le hiciera sentir algo remotamente parecido a lo que sabía que Tay sentía cuando estaba con esa persona, su propia persona.

– Ya lo escuchaste –dijo Off a la chica, expresando resignación en su rostro, aunque realmente no sabía si la estaba fingiendo o no– Debo irme. Ya ves que este sujeto no puede vivir sin mi

– ¡Espera! –dijo la chica, un poco más fuerte de lo que evidentemente pretendía, con una sonrisa tímida y entregándole un pequeño papel con números en él. ¿En qué momento lo había escrito? A continuación le guiñó un ojo y Off reprimió la necesidad de poner los ojos en blanco– Llámame

Una sonrisa fue lo que recibió la chica, antes de que Off saliera del salón, guardando el papel en el bolsillo y encontrándose con Tay. 





– Pobre chica –escuchó a Tay, quejándose, mientras caminaban lado a lado, por los pasillos de la facultad de economía. Off le fastidiaba enormemente esa actitud de Tay. Fue culpa de Tay el que Off hiciera su movida con esa chica, Tay lo había dejado solo cuando en un principio le había pedido a Off el favor de acompañarlo para pedirle los apuntes prestados a su compañero de clases. Está no era la facultad de Off, así que, evidentemente, buscó una forma de matar el tiempo. Si, definitivamente la culpa había sido enteramente de Tay.

– ¿Por? –preguntó Off, sin embargo, ya conocía la respuesta. Era el típico reclamo de "no debes jugar con el corazón de las personas" y todo eso.

NO puedo ser solo un amigo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora