CAPITULO XXII: ¿este es el fin?

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La tierra se sacudió con una fuerza feroz, sujete con fuerza la mano de Ben y lo mire de una manera que me es imposible describir. Había algo en el intercambio de esas miradas que anunciaba el inevitable final; sin embargo preferí negarme a lo que el destino estaba mostrándole a mis ojos y continúe. Le pedí a Ben que bajara de inmediato mientras terminaba de colocarme la piel de Ghost Black. Una vez afuera la hora había llegado, Morgana estaba frente a mí, el hombre de la túnica a su derecha y el minotauro a su izquierda. Ben se colocó a mi costado y se aferró con fuerza a mi brazo.

-Agatha Maclane, lindo disfraz

-no, es un disfraz

-cierto, olvide que los superhéroes aman pelear en pijama

-se porque estás aquí. No es necesario que sigas fingiendo que eres graciosa

-tienes razón, estoy perdiendo el tiempo

Te daré dos opciones, una puedes luchar por tu estúpida vida y ver morir todo lo que amas o entrégate y nadie más que tu sufrirá

-no la escuches

-Termina de una vez con el Montua

El minotauro se acercó a Ben con gran velocidad, antes de que tuviera tiempo de realizar cualquier acción para detenerlo el sujeto de la túnica lanzo una flecha bañada de agua sagrada para detenerme. Ben me suplico que huyera, lo hizo justo antes de que el minotauro cortara su cuello con un cuchillo.

Di la vuelta,corri con el juicio totalmente nublado. Por un instante la idea de entregarme tenía sentido. Mi vida ya no tenía ningún valor sin él, él era lo único que me hacía salir y pelear, sin embargo aquel pensamiento abandono mi mente cuando el sentimiento de venganza llego a mí.

Corrí por el bosque sin mirar atrás, por desgracia otra flecha atravesó mi espalda y caí sobre una estaca de madera que se encontraba en el suelo.

El sujeto de la túnica llego a mí y me giro hacia él, no pude expresar mi asombro cuando se descubrió la cabeza porque el dolor era más fuerte. el profesor Hernandez era el sujeto de la túnica.

-Sebastian, ¿Por qué?- pregunte con la voz entrecortada por el dolor.

-elegiste amar a Ben

Después de eso me sujeto en sus brazos y perdí el conocimiento.

Desperté supongo que algunas horas más tarde atada a una losa de concreto con cuerdas bañadas en agua sagrada ,y unas mangueras que drenaban lentamente mi sangre y la hacían circular por una estrella ambivalente rodeada por velas rojas. Sebastian era el encargado de mi seguridad, no se movió un solo minuto de mi lado, o al menos mientras estuve consiente.

-Sebas

-¿Qué demonios quieres?

-¿no me hagas esto?

-no deberías hablar, estás perdiendo mucha sangre y morirás antes de que la estaca atraviese tu cuerpo en algunas horas. Si eso pasa Morgana seguro me mata. Así que te ahorrare tus últimas palabras. Tu padre te prometió para mi desde antes de tu nacimiento, Morgana me encontró después de la muerte de tus padres y me mostro como hacías añicos mis sentimientos.

-yo era una bebé, ella te miente

-creí que era así, te di la oportunidad de amarme , cuando dejaste a Eidan creí que sucedería pero elegiste a Ben antes que a mí, así que...

Antes de que terminara su oración Morgana llego acompañada de mi padre, quien por cierto la besaba con una pasión desenfrenada.

-¿papá?

-yo no soy tu padre, jamás lo fui, que ternura me da saber que lo creyó todo.

-hiciste bien tu tarea mi amor

-papá, por favor ayúdame

-cierra la boca fenómeno, no soy tu padre, agradécele a Morgana que te permitió vivir tanto tiempo, de no ser por ella te abría asesinado desde el primer día que te encontré frente a mi puerta.

Siempre creí que mi padre era la única persona que realmente me aceptaba y de pronto descubrí que no, que siempre me preparo para el matadero. Me incitaba a usar mi magia para que Morgana me encontrara, inclusive me puso en contra de mi madre. Como alguien puede fingir amor y mirarte a los ojos. No sabía si el dolor que estaban provocando los tubos que drenaban mi sangre era el que me estaba matando o era el saber que la persona que más he llegado a amar en mi vida, me abandono.

Desde esa fría losa imaginaba el caer de la lluvia, siempre ha sido mi evento climatológico favorito, trato de recordar como lucia mi vida , la ciudad y Ben antes del sismo, imagino a la muerte con una exhaustiva agenda de trabajo merodeando, buscando almas perecederas entre los escombros.

¿Cuántos corazones solitarios llorarían esa noche?, ¿Cuántos dormirían desolados por un alma sin regreso?, ¿Ben escucharía mi voz en el más allá?, ¿lo estremecería mi recuerdo? Porque a mí me mataba el suyo. Ya no era más una chica, mucho menos una heroína, me había convertido en un costal cargado de dolor e irrevocable sufrimiento.

Aquella mañana sabía que sería la última, esperaba que Ben me dijera que también lo sabía, sé que lo sintió su alma se lo dijo a la mía; debió decirlo, me habría aferrado a él como la gravedad al suelo, estaríamos juntos en esta vida y no tendría que esperar el incierto camino hacia después de la muerte.

Los últimos rayos del sol iluminaban el paisaje, la hora que tanto intente evitar me saludaba con sus esplendorosos horrores.

Morgana se acercó a mí lentamente con la estaca de madera en su mano. El agua sagrada me tenía tan débil que no hice el más mínimo intento para luchar por mi vida, tampoco tenía intención de hacerlo, después de todo Ben había muerto por mi culpa. Respire profundamente, cerré los ojos y cuando menos lo espere la daga estaba dentro de mi cuerpo, la sangre me asfixiaba, la película de la vida que tantas veces vi en los demás, ahora tenía mi nombre y mis recuerdos, segundos después todo se vuelve oscuridad y es así como tu vida termina de la nada, como un mal libro, que culmina justo a la mitad de una frase y hace que todo el esfuerzo que invertiste sea en vano.

AmbivalenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora