XXI

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Caminamos por el cementerio. No menciona nada sobre mi beso y me reciente confeción de amor. Se supone que debería responder pero solo optengo silencio. Paro en seco mientras leo las letras que están escritas en una tumba; "Brandley Jones".Lo que más llama mi atención es la foto, porque es la foto de Bran.

Bran está muerto. Bran no puede estar muerto, porque yo hablo con Bran. Él no puede alguna ver estar vivo, según los psicólogos es algo de mi mente, pero aquí estoy frente a su tumba viendo una y otra vez el nombre y la foto. 

-¿Qué pasa?- Escucho la voz de Harry, sacudo mi cabeza y lo miro. 

-Nada, se me hacía parecido a alguien.- Responde. Él asiente e intenta  sonreírme, nos tomamos de la mano y salimos. Ya ha oscurecido, sinceramente no quiero ir a casa con el silencio que ahora hay. Me invita a cenar a lo que no me niego pero le pregunto si podía ir Ben, ya que no me gusta dejarlo solo. Él asiente y sonríe. Paramos en casa, entro y busco a Ben. No tarda en correr hacía mis brazos. Cuando ya está cambiado salimos y me disculpo con Harry por la tardanza, él dice que no fue tanto.

Ben se duerme en el asiento trasero mientras el silencio incómodo entre Harry y yo crece. Siempre que estamos juntos hay silencio. Demasiado silencio y a mí no me gusta el silencio. Al final empieza a cantar y yo sólo escucho.

Llegamos al locar y cenamos. Hablamos poco y solamente Ben habla. Sonriendo mientras come su hamburguesa y jala el pelo de Harry y este le sonríe. Así pasa la noche hasta llegar a casa, es tarde por lo cual invito a Harry a dormir.

Acuesto a Ben y luego camino hacía mi cuarto. Encuentro a Harry caminando de un lado a otro, en Boxers. Entro y busco mi pijama, siento como me mira pero no dice nada. No puedo desabrocharme el vestido pero él me ayuda, siento sus manos. El vestido cae.

-Tambien te he extrañado- Dice. Pone sus manos en mi cintura y me jala a él. Me voltea quedando cara a cara. -¿Me haz escuchado? También te he extrañado, Victoria. Cada día ha sido muy difícil para mí. Te he estado esperando. He borrado un millón de mensajes que quería enviarte. Te he seguido, te he visto pero aún así te he extrañado. Cada día te he estado extrañando esperon que algún día me vuelvas a hablar pero nunca lo hiciste. Me sentía mal. Lloraba en las noches. Te quería de vuelta.

Lo beso de vuelta. Pero está vez él si me responde. Poco a poco nuestro beso se convierte en algo más, hasta que al final termina. 

-Lo siento.- Dice y se aleja de mí. Nos apartamos creando otro silencio incómodo. -No, no lo siento.- Toma mi cara y me vuelve a besar. Creo que este es el momento. En el que dejo de ser virgen pero no es como yo lo había imaginado. Pensé que iba a ser lento y dulce es todo lo contrario. Lo siento fuerte y doloroso.

-Dentente- Gimo, pero él no lo hace. Empieza a llorar y yo también. Al final se detiene. Sólo puedo sentir su peso encima de mi cuerpo. Acaricio su pelo y poco a poco me voy durmiendo. Tal vez esa es la mejor parte de mi vida, dormir. 

La tormenta de nieve no podía ser peor. El chico de gorro azul caminaba frente a mí y por una extraña razón yo lo seguía. Él fumaba algo que no olía exactamente bien y me mareaba. Se podían notar mechas naranjas que salían de su gorro. Caminamos hasta llegar a un bosque en donde él caminaba podía sentir su miedo. 

En el bosque había una casa. Se escuchaban gritos desde ella, Él se detuvo frente a ella y apagó su cigarillo. Entró a la casa temblando, no justamente por el frío. Cuando pasé adentro la puerta se cerró con fuerza.

-¿Brandley?- Una voz fría gritó. 

-Aquí estoy.- Él tembló. Una mujer bajó las escaleras. Era flaca, tenía el pelo muy maltrado y no era justamente hermosa. Era blanca y tenía muchas arrugas. Se acercó a Él y le pegó fuertemente. 

-¿Qué mierda crees que haces? ¡Eres un idiota! ¡Sólo eres una puta carga!- Gritó, lo golpeó de vuelta. Él sollozó intentando protegerse de los golpees de la mujer.

-Mamá, por favor. Mamá.- Pero los golpees no pararon. De pronto la mujer paró pero Él seguía llorando. La mujer se fue y Él quedó en piso. Luego de un rato se levantó y encendió otro cigarrillo. Sacó de una bolsa algo blanco, era droga. Se drogó y una y otra vez. De pronto cayó al pisó, y algo blanco empezó a salir de su boca. 

-Querías saber como pasó todo, ¿no? Está será una pesadilla larga.- Una voz llegó a mis oidos.

Me acerqué al chico y aparte el pelo de su cara. Era Bran. Claro que era él. Ya no me encontraba ahí, me encontraba frente a una clase. Una chica de pelo largo y castaño a mi lado, era linda pero no tanto como las chicas de la clase. La chica pasó entre ellas hasta sentarse en el último asiento me quedé a su lado.

Cuando tocó el timbre muchos se quedaron. La chica tembló. Se acercaron a ella y la insultaron, la empujaron contra la pared, rompieron sus cuadernos y cortaron su pelo. Ella salió corriendo y yo la seguí, podía  ver a nuestro alrededor las luces de la ciudad. Llegamos a una casa muy elegante, subimos las escaleras y ella se encerró en su cuarto y buscó en unos cajones una navaja. La acercó a su mano y pudé ver como todo terminó. Me acerqué a ella, aparte su pelo y la vi. Su nombre era Ashley. 

Pronto me encontré rodeada de su sangre. Llegué a otro lugar, era un chico, se veía joven. Era rubio, sonreía angelicalmente. Pero muchos lo odiaban, las chicas se burlaban de él y los chicos lo llamaban Marica. Era gay.

-¡Vete de aquí, marica!- Uno le gritó. Pero él seguía sonriendo, pero tan pronto llegó a su casa empezó a llorar. Acaricié su pelo mientras él lloraba. Salimos de su casa a comprar algo que su madre le pidió. Caminamos él se veía cansado, la noche era fría y él temblaba. De pronto alguien apareció, estabamos en un callejón. 

-Adiós, maricón.- Él no había notado que la bala iba directo hacía él. Y cayó al piso. Él era mi ángel, él no había hecho nada malo. Amor. Ese era su pecado, amar era su pecado. Pero él era verdadero, un ángel verdadero. Tal vez sus alas no eran de verdad, tal vez por eso usaba siempre las alas de disfraz. Pero nadie podía ser tan puro como él. Un verdadero ángel que sólo buscaba amor entre las oscuridad.

-T-taylor.- Susurró lentamente sin saber que él chico que él amaba era justamente el que le había disparado. Él murió minutos después, me quedé a su lado hasta que las sirenas se acercaron. 

-Adiós, ángel.- Besé sus labios. Y cerré los ojos para despertar de todas las pesadillas que algunas veces son mas dulces que mi vida

Possessive Bully |H.S.| Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora