La mirada curiosa del joven de cabellos morados recorría con detenimiento el rostro del hombre de cabello negro, como si estuviera grabando cada rasgo en su memoria. La piel pálida, el cabello tan oscuro que parecía absorber la luz a su alrededor, las pequeñas pecas apenas visibles en su nariz y pómulos, y esos ojos de un azul tan profundo que parecían contener los secretos del universo. Pero lo que más llamó su atención fue un pequeño detalle que no pasó desapercibido.
Cuando el hombre sonreía, un leve tic en su párpado izquierdo hacía que este temblara ligeramente. Un gesto tan sutil, pero que rompía la perfección aparente de su diseño. El ceño del joven se frunció con indignación; aunque el hombre de cabello negro no había sido tan difícil de crear como otros, no debería presentar errores tan evidentes en su programación.
Sin embargo, su fascinación no se vio empañada por este detalle. Continuó observando el rostro del hombre, notando la aparente humedad y realidad de sus labios, especialmente cuando este los humedeció con su lengua. Se maravilló ante la precisión y detalle de la simulación. Sabía que el hombre frente a él era solo una máquina, un robot sin emociones ni sentimientos reales, pero la ilusión era tan perfecta que casi podía creer lo contrario. Incluso cuando vio las mejillas del hombre enrojecerse ligeramente bajo su mirada, sintió una extraña satisfacción.
Decidió romper el contacto físico soltando su mano y retrocediendo un paso, observando al hombre con una sonrisa satisfecha en su rostro. La confusión brillaba en los ojos del hombre de cabello negro cuando se preguntó si algo estaba mal, si acaso estaba demasiado formal para la ocasión.
— ¿Pasa algo? —inquirió, bajando la mirada hacia su atuendo— ¿Estoy demasiado formal?
Sintiendo un repentino arrepentimiento por su propia negligencia, el joven se llevó una mano al saco con vergüenza, consciente de que quizás había cometido un error al no prestar atención a su propio aspecto antes de la llegada del hombre.
—Tal vez un poco, déjame volver enseguida. No te muevas —respondió antes de dirigirse hacia su habitación en busca de un cambio de ropa.
Después de rebuscar en su armario, seleccionó una sudadera negra sin cremallera, una camiseta con un diseño de una mano mostrando el dedo medio, unos jeans blancos ajustados y unas zapatillas del mismo color que la camiseta. Suspiró con alivio al tener una solución, y regresó a la sala donde encontró al hombre de pie en el mismo lugar que antes, absorto en las fotografías que adornaban el mueble de caoba.
Complacido de que el hombre hubiera obedecido su petición de quedarse en el mismo lugar, se acercó a él con una sonrisa mientras extendía las prendas.
—Aquí tienes —dijo con amabilidad—. Espero que te gusten.
El dueño de casa extendió las prendas con un gesto gentil, sintiendo un ligero nerviosismo mientras observaba la reacción del de años aparentemente mayor. Sus ojos oscuros brillaban con una curiosidad palpable mientras recibía las ropas ofrecidas, sus dedos rozando la tela con una ligera reverencia.
Una sonrisa agradecida jugueteó en los labios del hombre de cabello oscuro mientras examinaba las prendas con atención, apreciando los detalles del diseño y la calidad de los materiales. Asintió con satisfacción, expresando su aprobación con un gesto de cabeza antes de dirigir su atención de nuevo al joven.
—Gracias, Yoongi. Estas prendas son perfectas —respondió con gratitud, su voz suave y melodiosa llenando el espacio entre ellos.
El joven de orbes miel devolvió la sonrisa, sintiendo un cálido alivio al ver la aceptación del robot. Había estado preocupado por su reacción, temiendo haberle incomodado con su sugerencia de cambio de vestimenta. Pero ahora, al ver la tranquilidad en sus ojos, se relajó, sintiendo un vínculo de camaradería nacer entre ellos.
—De nada. Me alegra que te gusten. Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo —respondió con amabilidad, ofreciéndole su ayuda sin reservas.
Con un gesto de agradecimiento, el hombre comenzó a despojarse de su ropa formal, cambiándola por las prendas más cómodas y casuales que le había proporcionado el joven. Con cada movimiento, su expresión se relajaba aún más, como si la rigidez de su postura se desvaneciera junto con las prendas que dejaba atrás.
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cien días | yoonjin.
FanficNo siempre se necesita a otro humano para conseguir la felicidad. '❜ yoongi | seokjin. 𝗔𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻. ⎯⎯ • Créditos correspondientes a mi niña, @SrtaGurdensenS2