quincuagésimo primero

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— ¿Estás bien, Jin? —preguntó el pelimorado en un murmullo una vez que estuvieron dentro de su apartamento, con sus cuerpos juntos en un cálido abrazo.

Estaba sintiendo el leve temblor del cuerpo del pelinegro contra el suyo mientras lo abrazaba.

No recibió respuesta por parte del pelinegro, tampoco un movimiento con la cabeza en negación o afirmación, tan solo se quedó inmóvil con su rostro oculto en el cuello del más alto, sintiendo su relajante respiración. Permaneció en silencio por un momento, podía sentir la preocupación palpable en el abrazo de su pareja, pero no sabía cómo expresar lo que estaba sintiendo.

— Jinnie... —la voz de Yoongi era suave, cargada de delicadeza— ¿Qué les sucede a los robots que son devueltos?

El oji-azul se separó sin ser brusco, y sonrió levemente a su pareja para demostrar que estaba bien, que no debía preocuparse.

Yoongi no supo si era o no su imaginación, pero pudo notar una pizca de falsedad en esa sonrisa; no era una sonrisa genuina. La expresión no pasó desapercibida. Aunque su sonrisa era gentil, sus ojos transmitían otra cosa.

— Son desarmados —susurró Jin finalmente, su voz quebrándose ligeramente—. Los desmantelan para reutilizar sus piezas en otros robots. El Taehyung que conocíamos ya no existe...

La tristeza en sus palabras tocó el corazón de Yoongi, quien deseaba poder aliviar el dolor de su compañero. La explicación de Jin sobre el destino de los robots devueltos resonó en la habitación, llenando el espacio con un silencio pesado y sombrío. La idea de la desmantelación de Taehyung resonó dolorosamente en el corazón de Jin.

— No lo digas así; solo te harás más daño —respondió Yoongi, acercándose para plantar un suave beso en la mejilla de Jin, buscando consolarlo.

Min tomó la mano de Jin y lo condujo hacia el sillón de la sala, donde se sentaron juntos en un abrazo reconfortante. La mano de Yoongi acariciaba con ternura la espalda del mayor, tratando de transmitirle su apoyo silencioso.

— Tú jamás me devolverías... ¿Verdad? —murmuró Jin con voz temblorosa, sus ojos reflejando una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Los orbes de Yoongi se encontraron con los de Jin, y en ese instante, el robot vio todo el amor y la confianza que su pareja depositaba en él.

— No soy tan tonto como para renunciar a mi felicidad —respondió Yoongi con firmeza, una sonrisa suave curvando sus labios mientras sostenía la mirada de Jin—. Nunca te dejaría ir.

Jin se sintió reconfortado por las palabras de Yoongi, por la seguridad y la calidez que emanaban de su presencia.

— ¿Te hago feliz? —preguntó Jin con una mezcla de inseguridad y anhelo en su voz— ¿Soy bueno en eso?

Jin apoyó su cabeza en el hombro de Yoongi, buscando consuelo en su cálido abrazo. La pregunta del robot resonó en la mente de Yoongi, sacudiendo su corazón con su sinceridad y vulnerabilidad.

— Eres más de lo que jamás soñé —respondió Yoongi con sinceridad, su pulgar acariciando la mejilla de Jin con ternura—. Me haces increíblemente feliz, Jin —añadió Yoongi con una sonrisa, deslizando su mano por la espalda de Jin para estrecharlo más contra su pecho, donde el latido de su corazón resonaba en perfecta armonía con el de su acompañante.

— Y yo a ti, Min —susurró Jin con un suave suspiro, sintiendo cómo el cariño por su pareja llenaba cada rincón de su ser.

— No me llames por mi apellido.

cien días     |     yoonjin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora